miércoles, 14 de diciembre de 2011

Se acerca la navidad.





En estas fechas tan hermosas, que los buenos deseos, la felicidad y por supuesto el amor llene nuestros hogares y los llene de paz.

Recordemos que no es lo grande o lo caro del regalo, lo que realmente importa es... el cariño con el que te lo dan.

¡Felices fiestas para todos! 

domingo, 11 de diciembre de 2011

La imagen Inspiradora...



En primer lugar, se que tengo mucho tiempo sin escribir nada, disculpenme, pero me habia quedado sin conexion a internet hasta ahora.

Les dejo aqui la imagen que ha inspirado mi mas reciente creacion literaria, no les adelnato mas, solo imaginense de que se trata.

martes, 24 de mayo de 2011

¿CENICIENTA... QUE PUEDE HABER MAS VERDADERO QUE UNA MENTIRA POR AMOR?

¿CENICIENTA... QUE PUEDE HABER MAS VERDADERO QUE UNA MENTIRA POR AMOR?


Una mentira, una mentira me llevo a su lado, y por una mentira alcance aunque fuera por un breve momento lo que siempre había soñado. Y no me arrepiento. No me arrepiento de nada.

Es lo que pienso ahora, no sé si esto cambie después, sin embargo, por aquella dulce y cruel mentira viví la mejor noche de mi vida, y el solo recuerdo me basta para atesorarlo en mi corazón y vivir de eso por el resto de mi existencia.

El no sabe, es mas, aun sigue esperando algo que no podrá volver a suceder, porque la vida y el destino se encargaron de que así fuera. Y es mejor que se quede así, con el recuerdo de mí, tal y como lo amo, una noche, una sola, una y nada mas, así lo prefiero yo, y para ser sincera es lo mejor.

Cenicienta, me gusta pensar en ese nombre, en lo que ese personaje representa, porque por una noche yo también fui una cenicienta, un ser mágico que desapareció, con la única diferencia de que para mi no hay zapatilla de cristal...

Lo veia desde mi ventana, ocultándome detrás de la cortina, aquella pieza de seda roída que poco reflejaba lo que había sido en el pasado ahora sujeta de un basto palo de escoba añadido a otro para sostenerla en lo alto de la ventana.

La casa seguía perteneciéndonos como lo único que nos quedaba, y sus tristes moradoras éramos nosotras dos, mi abuela y yo, mi abuelita, mi dulce hada de alas rotas y ojos nublados por la ceguera anticipada desde su juventud.

 ¡Fuiste tu la que llego para salvarme!

Me decía constantemente, y esa era la misión para mi vida, de alguna forma tenia que agradecer tanto amor y tanta dedicación por parte de una desconocida que había recogido a una huérfana, no tenia porque hacerlo, lo mas sabio entonces era llamar a la policía o entregarme en un hospital, o a un orfanato y no cargar conmigo y compartir lo poco de su pobreza conmigo.

Pero lo hizo y la amo. Y estaré con ella siempre.

En épocas lejanas mi abuela era doña Ana Margarita Sofía de la Cruz y Alvarado, dama de la alta sociedad, esposa de un general de la República, benefactora de diferentes instituciones, fundadora de otras, la primera en manejar un carro por las calles de la ciudad, la dueña de la primera casa con teléfono privado.

Después de su fracasado matrimonio sin hijos con el general se recluyo en asta casa, cansada de las infidelidades de un hombre que se empeñaba en llamarla estéril a cada momento se dedico a vivir sin importarle aquella sociedad que la había alabado por su belleza y por el abolengo de sus apellidos y que después la critico cruelmente por acceder al divorcio. Pecado mortal en aquella época.

Dejo de ir a la iglesia para evitar los comentarios a su alrededor, y creo que hasta perdió la vista para no ver los desprecios de sus antigua y falsas amigas de sociedad.

Sola, absolutamente sola vivió en aquel pequeño palacio de muros blancos y altos con un jardín con tres fuentes y quince estatuas de mármol, lo primero que hizo fue dejar libres a los pavos reales y al faisán para que vivieran su vida como les diera la gana, las aves no se fueron mas bien se apoderaron de la entrada de la reja y echaron a los turpiales de los naranjos y a los perros que pasaban por el frente.

 Nunca un pavo real aceptara a un plebeyo en su patio.
Esa noche me tomo en sus brazos para que la lluvia no me ahogara tirando a un lado el harapo que traía por ropa envolviéndome con una mantilla española.

 Estefania Patricia Adriana de la Cruz y Alvarado.

Me dio un nombre y sus apellidos, entonces me convertí en su familia, aquella dama de sangre azul no tenia mayores cosas que ofrecerme, solo su amor y su pobreza de muros blancos y vajillas de plata que poco a poco se fueron agotando para darme educación.

Ahora años después lo vi, escondida detrás de la cortina, del pequeño palacio quedaban los muros intactos pero nadie sabia la pobreza en que se vivía en su interior, en medio de un barrio tradicional y exclusivo nos alumbrábamos con velas y cocinábamos con leña, al verme recogiendo las cenizas de la hornilla pensaba en mi como la cenicienta y en ves de martirizarme, me gustaba.

Estaba agradecida de lo poco o más bien de lo mucho que mi abuela Ana hacia aun por mí. El corazón se me detuvo varios segundos cuando lo vi por primera vez cuando llego a ocupar el hermoso caserón de enfrente, desde ese día, me dedique a verlo llegar cada tarde, el nuevo embajador Ingles Sir Dereck Crawford.

Dereck... Dereck.

Aquel ingles alto, rubio, de hermosos ojos azules como el mismo cielo, salía todos lo días vestido con impecable traje de paño cargando un maletín en su mano derecha y un gabán en el izquierdo, se subía al elegante carro de la embajada y desaparecía hasta donde mis ojos no podían verlo. En la tarde, reconocía el ruido del auto que en su interior traía a mi Lord y salía de inmediato, bajando escaleras, corriendo unas tantas veces para estar a tiempo en la ventana para verlo bajar. Era todo lo que ansiaba en la vida, verlo salir y entrar en su casa.
Una tarde encontré a mi abuela esperándome al pie de la ventana, con las mejillas rojas y el corazón a punto de reventar y me pregunto:

 ¿Quién motiva tus pies a correr de mañana y de tarde, a la misma hora?
 Nuestro vecino de enfrente, Sir Dereck Crawford.

De inmediato las lagrimas corrieron por mi rostro, mi abuela acarició mi rostro lleno de lagrimas con sus manos arrugadas y lloro conmigo.

 ¿El embajador?
 Sí.
 ¿Un Lord?
 Hasta donde sé, sí.
 ¿Y lo amas?
 ¡Demasiado, abuela, demasiado!
 No podía ser de otra forma.

Mi abuela me abrazó con fuerza y se fue a su habitación sin decirme nada más. Como el acto más puro de la admiración seguí viendo a mi Lord ingles cada mañana, cada cosa en él era perfecta, el brillo de sus ojos, el resplandor de sus cabellos en la tarde, sus manos blancas, su mirada...

Su mirada perdida hasta la ventana donde yo, escondida, soñando con lo que no seria nunca, soñando con hombre al caballero medieval que corría por su sangre, una mano fría y huesuda que reconocí de inmediato seco mis lagrimas una vez mas, mi abuelita, la dulce hada de alas rotas me consoló otra vez.

 Mi niña, de nuestra pobreza hemos sobrevivido y de ella puedo darte lo que tanto deseas aunque sea por una sola vez, una noche, nada mas que eso puedo hacer.
 ¡No entiendo!

Mi abuela en la oscuridad de su ceguera me llevó de la mano a una habitación que nunca abría, la mas remota de la casa, subimos las escaleras en silencio ella se apoyaba en mi como su bastón y yo sostenía su cuerpo cada vez mas delicado con mis brazos.

Abrí las ventanas de par en par inundando la habitación con la luz de la tarde, se quito del cuello una hermosa cadena de oro y de ella colgando una llave brillaba con destellos de esmeraldas, otra joya mas para vender, pense. Pero esta vez no seria así.

 El baúl grande, ábrelo.

Me arrodille frente al hermoso baúl de roble y lo abrí confundida, lo que encontré allí era mágico, mas que los cuentos de hadas, infinitamente mas, alargue las manos con miedo para tomar la delicada tela del vestido más hermoso del mundo.

Era un vestido rosa pálido, muy largo de una tela tan sutil y delicada que no pude identificar, el escote tenia forma de corazón y un corte debajo del busto desde donde caían como una cascada de tres capas de tela, cada una mas delicada que la anterior hasta formar en la parte de atrás una cola como la del pavo real.

Toda la tela estaba bordada con una infinidad de cristales que parecían ser diamantes pegados muy juntos desde el escote dispersándose delicadamente por toda la tela hasta el ruedo.

 Si te dijera de quien era ese vestido, no lo creerías.

Debajo del vestido había dos hermosas zapatillas de tacón alto bordadas con hilos de plata que relucían como si tuvieran luz propia.

 Si supieras de quien fueron tampoco lo creerías.

Estaba sin habla, aquello parecía irreal, demasiado fantástico, pero aun me esperaba una sorpresa aun más maravillosa, lo supe en el momento en que vi su dulce sonrisa.

 Debajo encontraras un cofre, sácalo...

La escuche suspirar.

 ... me parece que puedo verlo de nuevo.

Sostuve el cofre en mis manos y lo abrí, con la boca abierta y los ojos a punto de anegárseme en lagrimas contemple él más bello aderezo que había visto en mi vida, más bello que los que había vendido por ordenes de mi abuela para comer.

 Son diamantes rosados, los más raros del mundo.

Había una gargantilla de oro blanco que simulaba una cadena de rosas y en el centro de cada una un diamante rosado, los aretes eran dos rosas dentro de cuyos pétalos se levantaba un diamante, tres pulseras con el mismo diseño, y un gran anillo de oro blanco con un inmenso diamante rosado entre pequeños diamantes blancos, pero había mas, algo aun más increíble... una diadema plateada, dos gruesos hilos de oro blanco unidos en cada extremo dejando un espacio libre que se ensanchaba en el centro y sobre cada uno las mismas rosas brillantes con un diamante rosado entre los pétalos.

 ¿Que haré con todo esto?
 Brillar... brillar...

La vi sacar un sobre de su bolsillo y entregármelo, acune el cofre contra el pecho y abrí el sobre encontrándome con una invitación a la fiesta que ofrecía la embajada inglesa esa misma noche.

 Pero...
 No, no quiero oírte dudar... eso acabaría con la ilusión... iras... con este vestido, estos zapatos, y estas joyas ante tu Lord...

Se acerco a mí, con la experiencia del ciego que conoce su propio espacio.

 Lo veras a los ojos, y el te vera a ti tal, y tendrás tu noche, una.

Lleve todo a mi cuarto, me despoje de mi sencillo vestido de etamina y deslice por mi cuerpo el hermoso vestido que mi abuela ajustó cerrando con paciencia cada botón sobre los ojales, me senté frente al gran espejo circular y comenzó a peinarme, sus manos blancas y delicadas peinaron mi largo cabello en la oscuridad de su ceguera construyendo un gran moño encima de mi cabeza, sonrió con la mirada fija en la nada y me coloco la diadema que ajusto a la perfección. Me coloco la gargantilla y el resto de las joyas

 Hoy tendrás lo que el destino con egoísmo te ha negado y que de mi corazón te doy para que seas feliz.

Me puse de pie y me sentí diferente, como si dentro de mi una heroína hubiera salido de mis entrañas, me calce los zapatos emocionada y con un beso me despedí de ella, tome la invitación de sus manos y baje las escaleras con cuidado.

La noche había caido por completo, la luna con su luz blanca le arrancaba destellos de colores a mi bvestido que refulgio como si tuviera vida propia, al barir la reja me encontré con un elegante carro negro de vidrios oscuros y esperandome de pie junto a el, un elegante chofer que me abrió la puerta, sin entender nada entre asustándome cuando sentí la puerta cerrándose conmigo dentro, seguramente mi abuelita también había arreglado esto.

 Lléveme...
 No se preocupe, sé a donde va.

Cuando llegue a la embajada tuve que hacer un gran esfuerzo para respirar con calma, mi corazón latía como un loco dentro del pecho y me sudaban las manos, tome un gran trago de aire y lo deje salir lentamente hasta que mi corazón se calmo.

Alguien desde afuera abrió la puerta del carro deslumbrándome con la intensa luz de las lamparas, tome su mano y salí despacio pisando la delicada alfombra roja, el mundo pareció silenciarse de inmediato ante la multitud que me observaba con ojos atentos y curiosos, baje la mirada y camine hacia la entrada donde un acomodador observa mi invitación y me invito amablemente a entrar.

Subí las escaleras pensando, buscando con la mirada a mi Lord, cruce las columnas adornadas con pendones de seda blanca y entre en el salón, seguí pensando que todo era un sueño cuando vi a la multitud bailando al compás de la hermosa música que sonaba, los vestidos largos, las tiaras, las joyas, el brillo...

Sentí una inmensa angustia llenando mi pecho y perdí todo el valor que tenia cuando había salido de la casa, estaba a punto de dar un paso atrás y salir corriendo del lugar cuando lo vi. Y él me vio.

Los caballeros con los que conversaba desviaron su mirada hacia mi cuando el embajador se quedo en silencio, todo ocurrió como cuando caen las fichas del domino, todos los ojos corrieron hacia mi, casi podía sentir el peso de sus miradas en mis hombros desnudos.
Entrego su copa a un mesero y camino hacia mí, yo como atraída por una fuerza mayor que la razón baje las escaleras hacia el encontrándonos en el ultimo escalón, me tendió la mano, yo la tome en silencio. Era tal y como lo había imaginado por dos años, suave y tierna.

 Bienvenida.

Su voz resonó en mis oídos como el tañir de una campana, incline la cabeza y lo salude.

 Buenas noches, mi Sir Derek.

Una tenue sonrisa iluminó su rostro.

 Hace mucho que no me llaman así, desde Inglaterra... me gustaría conocer su nombre, mi lady.

Se llevo mi mano a los labios y la beso, por poco y me desvanezco cuando sus labios tanto tiempo contemplados en silencio tocaron mi piel.

 Estefania Patricia Adriana de la Cruz y Alvarado.

No me dijo nada mas, simplemente me llevo de la mano al centro del salón y deslizo su mano por mi cintura llevando la otra hasta su pecho y bailamos, no se si baile, a mi aun después de tanto me parece que flote, flote entre sus brazos.

 Todos nos observan.

Me susurro al oído.

 ¿En verdad?
 Por supuesto, todos se preguntan quien eres, pero nadie quiere saberlo con mas intensidad que yo.
 ¿Importa eso ahora?
 Sí, mucho.
 ¿Porque?
 Para saber donde buscarte mañana.
 Si no te ofende... de momento solo quiero bailar.

Arrugo el ceño y acepto mi dulce negativa, seguimos bailando en silencio bajo las luces de los reflectores y el murmullo de la gente hasta que un elegante caballero toco el hombro del embajador solicitándole bailar conmigo.

 Me temo, Senador que si hago eso, esta dulce aparición podría desaparecer.

El hombre sonrió y se retiro murmurando algo que no entendí, volvía sus ojos de mar cuando desde la plataforma anunciaron loas palabras del embajador para los asistentes, su mano se deslizo por mi brazo y se aparto de mí.

 Ya regreso, trata de no esfumarte entre una nube de cristales, por favor.

Me beso ambas manos y lo vi subir a la plataforma y comenzar a hablar, el sueño se desvanecía y yo también, era el momento de irme, desaparecer, había tenido mas que simplemente verlo, estar cerca de el, había tenido mas que eso, y aun así, seguía allí retando al destino, di media vuelta ante su mirada que se inquieto visiblemente y salí del salón tan rápido como pude.

Afuera esperaba mi chofer quien me abrió la puerta del carro al verme, entre y le indique que saliéramos lo más rápido posible, los neumáticos chirriaron en el asfalto y salimos inmediatamente, mas por volverlo a ver, que por dolor mire hacia atrás, mi Lord estaba en la puerta de la embajada con la mirada fija en mis ojos, a lo lejos.

Me gire y me cubrí las el rostro con las manos y llore hasta que regrese a casa, esa noche me deje caer en mi cama, con el vestido, las joyas y los zapatos y me dormí después de que los ojos se me quedaron secos, y soñé con el, mientras mi abuela me consolaba con sus manos de hada.

En la mañana guarde todo de nuevo en el baúl u cerré la puerta conservando la llave para mí, desde entonces sigo viéndolo en la mañana y en la tarde, entrar y salir de la casa, sin embargo, algo ha cambiado en el, algo, que solo yo puedo notar, algo oculto a los ojos vanos de los demás, y tengo miedo, porque hasta ahora han pasado dos años mas, y pronto mi Lord ingles regresara a su país.

Llevándose con el, mi corazón y la mentira de una dama que no existe, y que tal vez recordara el resto de su vida, como lo recordare yo.

 Mi Lord.
 Mi lady.

Por siempre.

martes, 5 de abril de 2011

LA CHICA DEL NOVIO IMAGINARIO

Elena nunca fue Elena...

Siempre fue la chica que sus padres querían que fuera aunque esto constituyera una gran frustración, nunca se quejo ni dijo nada al respecto.

Dentro de su gran lista de sueños irrealizables estaban las cosas más sorprendentes como, tener amigas que fueran a su casa a hablar, ir a cine, ponerse una minifalda, ir a una que otra fiesta, y por supuesto tener novio.

Le resultaba realmente frustraste que cosas tan sencillas para cualquiera fueran tan lejanas para ella, pero era si, y no podía hacer nada.

Y lo peor de todo, al menos desde su punto de vista, era que Elena era fea.

Ustedes consideraran que la belleza es algo relativo, y los que han leído libros de auto ayuda dirán que la belleza interior se refleja en el exterior... y bla, bla, bla, bla, tal vez sea cierto, tal vez no, pero para el mundo de las pequeñas adolescentes ser fea es casi un pecado que te relega a un rincón donde prácticamente estas incomunicada.

Elena tenia una frondosa cabellera negra rizada que se extendía hacia los lados como una gran esponja, tenia tanto volumen que solo con una trenza apretada podía mantenerlo bajo control.

Su mandíbula superior era tan prominente que al verla de frente daba la ilusión de tener hocico en vez de boca, acompañando este particular rasgo tenia labios prominentes y una separación en los dientes de adelante, y si todo esto fuera poco una extraña y rebelde mancha en la barbilla terminaba de completar su hocico de ternera.
Una vez llego a pensar que si de verdad le hubiera tocado ser vaca no tendría un hocico tan bonito como el que le toco de humana.

Sus brazos eran largos igual que sus dedos de manos y pies, caminaba encorbada y con un hombro mas bajo que el otro por el peso de su bolso escolar y además, tenia acné.

Y como si todo aquello no fuera terrible, sus padres la obligaban a vestirse como una abuelita de sesenta años.

La única cosa de la que se sentía orgullosa y que la hacia sentir mas o menos bien era sus buenos resultados académicos, el primer lugar siempre.

Lo cual traducido a lenguaje adolescente sonaría como “La cerebrito fea” y lo peor de todo es que no perdían una sola oportunidad para decírselo haciendo de su único orgullo algo por lo cual sentir vergüenza.

Y con eso tenia que vivir a diario.

Elena se refugiaba en sus múltiples lecturas como una forma de escape de aquella realidad, se que hay quienes dirán...”Yo también fui feo de adolescente y no me traumatice”

¿En verdad no se traumatizo?

Tal vez su caso no era tan desesperado como el de Elena, o tenia una fuerte autoestima cosa que para la joven de la que estamos hablando era un termino desconocido.

Incluso sus lecturas eran estrictamente vigiladas, nada de novelas románticas, nada de libros de aventuras, nada de ciencia ficción, solo... lecturas morales y edificantes lejos de la mundanidad como lo decían sus padres.

Así que se las arreglaba para leer a escondidas las obras que prestaba en la biblioteca escolar de la que era la asistente mas frecuente.

Elena leía con una pasión inusitada, leía porque lo necesitaba, leía porque con sus lecturas se le olvidaba por un rato todo lo desafortunada que era su vida, sus favoritos siempre fueron los cuentos de hadas donde un príncipe salvaba a la joven en peligro, se enamoraba de ella y se la llevaba a vivir a su castillo.

Llego a leer varias veces la colección completa de los hermanos Grimm y los cuentos de Andersen, casi hasta recitarlos de memoria...

Era un mundo tan perfecto, donde los finales siempre eran felices, donde los malos recibían su castigo y la joven maltratada siempre resultaba comvirtiendose en princesa.

Pero eran eso, cuentos.

Un día común y corriente Elena le contó a una de sus compañeros del club de feas... que tenia novio.

 ¿En serio?
 Sí.
 ¿Cómo se llama?
 Leonardo.

Aquel nombre sonó maravilloso, casi gloriosos en sus labios de novia enamorada, fue así como Elena se convirtió en la única del grupo de feas que tenia novio.
Lo que no sabían los demás era que el novio de Elena era imaginario.

Leonardo no existía, era un ser imaginario...

Una invención de su mente, algo parecido a lo que le sucedía al quijote de la mancha, con la única diferencia de que dentro de su grupo de compañeras feas todas esperaban un detalle, una historia, una anécdota, cualquier cosa que les pudiera contar sobre Leonardo.

Aquel joven alto, de piel blanca, ojos claros y cabellos rubios, hijo de un gran empresario de la ciudad que viajaba mucho había perdido a su madre siendo muy niño se había conocido con ella en una biblioteca publica donde habían coincidido para prestar el mismo libro... María de Jorge Isaac.

Leonardo estaba locamente enamorado de ella y la visitaba muy seguido en su casa, le hacia regalos fabulosos y besaba sus manos con veneración, prefería que fuera así porque ser hijo de un hombre tan rico e importante era un peligro y además la presencia de sus escoltas en publico le resultaba embarazoso.

Leonardo era profundamente tierno, le escogía poemas y se los mandaba con grandes ramos de flores a su casa, la llamaba a diario, vivía pendiente de sus sentimientos y lo que pensaba, porque el, aunque era el chico mas popular de su colegio privado, tenia una novia feita a la que defendía de sus compañeras intrigantes y por dentro, muertas de envidia.

Fue así, como Elena creo a Leonardo.

Hasta una dirección, una familia, unos ojos grises como las nubes, unas manos delicadas y serenas, una frente amplia y sabia, todo... aun que solo fuera en su imaginacion.

Una tarde Elena llego feliz a su salón de clase y se sentó en un rincón apartado a leer un papel, de inmediato sus amigas se acercaron con curiosidad ella intento vanamente ocultar el papel entre sus manos, pero ellas con ruegos lograron convencerla de que les mostrara lo que evidentemente era una carta de Leonardo.

Una carta de Leonardo que ella misma había escrito, con una primorosa letra en una hoja de papel pergamino donde le juraba amor eterno y le revelaba que aunque fueran muy jóvenes estaba completamente seguro que después de terminar el bachillerato le propondría matrimonio.

Que se casaría con ella así fuera lo mas difícil del mundo, así el mundo se opusiera, así dijeran que era una locura, el firme propósito de su vida seria, ponerle su apellido extranjero a su nombre.

Todas suspiraron... mas de una vez, ellas también vivían la historia con ella, como si fuera propia, como si a través de ella, todas tuvieran su propio Leonardo.

 ¿Y que le dirás?
 No lo sé aun...
 ¿Que? Por Dios, tienes dudas, ¿Eres lenta del cerebro o que?
 No es eso.
 Entonces que es.

Elena se retorció la manos y lo dejo salir.

 No es la primera vez que me habla de esto...

Una de ellas se agarro el pecho como si le fuera a dar un infarto.

 Me dice que al terminar el bachillerato nos casaremos y nos iremos juntos a estudiar a cualquier parte del mundo... que ha hablado con sus padres y que ellos me quieren tanto que están de acuerdo.

Su otra amiga se sentó en un pupitre para calmar el temblor de sus rodillas.

 ¿Y?
 Que eso significaría irme, dejar todo lo que conozco.

Una tenue pausa se quedó flotando entre ellas.

 ¿Entonces?

Elena miro por la ventana y se mordió los labios, en verdad había un inmenso conflicto en su corazón.

 Le diré que si...que acepto...que al terminar los estudios me casare con el y nos iremos a donde me quiera llevar.

Todas envidiaron la suerte de aquella joven, y era verdad, ella tenia suerte, habían visto la carta, habían sido testigos de otra que escribió ella, de su suspirar solitario, de lo que cada lunes les contaba, de todo.

Un viernes, fabulosos como todos, Elena y sus amigas salían del colegio, ella compartía con ellas una caja de chocolates italianos que su novio le había dado el día anterior, cuando como un rayo, un emisario de la fatalidad, una camioneta azul metálico de vidrios oscuros entra fuera de control al anden por donde las estudiantes caminaban riendo.

los chocolates volaron por los aires y de inmediato todo fue una gran confusión de gritos y lagrimas, los profesores salieron al escuchar el chirriado del los neumáticos y la gritería de los estudiantes.

Las dos amigas de Elena estaban heridas, pero ella, la fea soñadora de ilusiones románticas yacía con un golpe en la cabeza y un charco de sangre que se esparcía mojando su cabello esponjoso.

La camioneta agresora simplemente dio marcha atrás unos metros, doblo la esquina y se fue en la más grande impunidad, a nadie se le ocurrió mirar la placa, a nadie se le ocurrió tomarle una foto con el celular, nadie llamo a la policía.

Muchos compañeros se arremolinaron a ver, pero nadie se condolía de la pobre chica que mas que viva, parecía muerta, hasta que se abrió paso entre la multitud el profesor de español quien llevó a Elena al hospital y se comunico con la familia.

La joven de escasos dieciséis años yacía en coma con la cabeza envuelta entre vendas blancas y aunque parecía ausente en su mente sucedían muchas cosas, las más maravillosas del mundo, porque en su sopor parecido a la muerte Elena vivía lo que tanto había soñado, en medio de aquel estado su mente confundida con la realidad le mostraba a su amado Leonardo como un ser real.

Elena se graduó y Leonardo cumplió su promesa de casarse con ella, la boda fue fantástica y asistió mucha gente, después se fueron a estudiar a París, donde aquella jovencita fea e invisible para los que buscan la belleza antes que la inteligencia se convirtió a su corta edad en la mas destacada estudiante de literatura y Leonardo en un brillante estudiante de leyes.

Cada semana que Elena pasaba en coma era un año en su mente, de aquella forma vivo todos los años que le faltaban por vivir en su mundo imaginario, los médicos y los especialistas declararon la muerte clínica de la joven cuando su actividad cerebral finalmente ceso.

El día que le desconectaron todos los aparatos Elena había publicado cinco novelas, era editora de una importante firma editorial, había tenido dos hijos con Leonardo lideraba era un prestigioso bufete de abogados en el centro de París y ambos a punto de retirarse voluntariamente de toda vida publica veían con nostalgia un atardecer desde su balcón.

Tomados de la mano.

Nuevas Lecturas...

Les presento dos cuentos nuevos.... LA CHICA DEL NOVIO IMAGINARIO Y CENICIENTA.

He dejado mi corazon en ambos cuentos...ojala les gusten.

miércoles, 9 de febrero de 2011

UN COMPROMISO

UN COMPROMISO


Agosto 14 de 1987.

Lo que estoy a punto de revelar es algo que he guardado por mucho tiempo, y lo peor de todo es que es que aunque mío, lo comparto con muchas.

Es muy fácil deslumbrarte cundo aun eres una niña, una niña que ha crecido con carencias de todo, afecto, económicas, estudio, sin embargo era feliz y nunca dentro de nuestra pobreza me falto nada, nada mas que lo necesario.

Y más fácil es deslumbrarse cuando te quedas sola, sin tus padres, sin nadie para darte un consejo maduro y correcto cuando estas a punto de tomar una decisión tan importante como lo es el matrimonio.

Mas cuando la bondad de tu tía esta a punto de acabarse, porque después de todo, nadie esta en la responsabilidad de recoger a un par de huérfanos de por vida, y no perdía oportunidad para recordármelo cada vez que podía.

Y así fue como apareció el con todo ese brillo que casi me deja ciega, un hombre mayor, profesional, con una carrera brillante, adinerado, todo un príncipe, y así lo veia yo.

 Es lo mejor que puede pasarte...
 No lo pienses tanto.
 Es rico

Aquellas frases de mis familiares llenaban mi cabeza cada vez que los veia, cada vez que los escuchaba, la excusa era:

 Es por tu bien.

Me reiteraban constantemente que no dejara pasar la oportunidad con un hombre que se había fijado de mí ignorando las clases sociales, y poco a poco esa idea se fue sembrando en mi cabeza como una planta y llego a parecerme lo correcto.

Julio 7 de 1988

Hasta que finalmente acepte, el único que nunca estuvo de acuerdo fue mi hermano, el siempre vio lo que los demás no veían, sin embargo respeto mi decisión, Francisco se quedó callado tragándose sus pensamientos y fue a la boda con el rostro más triste y molesto que jamas le había visto.

Aquella expresión solo me recordaba su rostro el día del funeral de papa y mama cuando aun fuéramos unos niños, voltee el rostro, respire hondo y dije:

 Acepto.

Y con una palabra sencilla y fluida se cerraba el compromiso.

La fiesta fue fabulosa, casi trescientos invitados, la decoración, meseros, los regalos, la casa, el fabuloso vestido que lucia, todo me parecía un sueño, me creí la cenicienta al tener del brazo a un príncipe que me llevaba a un palacio.

Y así fue durante un tiempo.

Un tiempo realmente corto, demasiado corto.

Diciembre 16 de 1990

Por fin las diferencias que parecían no importarle, si le importaron, lo cual solo seria algo inevitable.

Primero fueron unas cuantas malas caras porque no sabia preparar las comidas raras a las que estaba acostumbrado, eso era fácil de solucionar, así que busque en internet unas cuantas recetas y las prepare con la ilusión de que le gustara, de nuevo algo les hacia falta y para ser sincera nunca estuvieron bien según él.

Después paso a los empujones por que sus camisas no estaban planchadas como a el le gustaban... perfectas.

 Ignacio solo es una persona exigente, no es nada más.

Me decía a mi misma para convercerme de que lo que estaba pasando no era nada malo, que era algo normal, que le pasaba a todas las parejas y así invente miles de excusas como esta que rezaba cada noche como un credo.

Marzo 2 de 1992

 ¿A que hora es la fiesta donde los López?
 A las 7 de la noche.
 Apenas tengo tiempo de arreglarme.
 No lo necesitas Inés.
 ¿Crees que estoy bien así?
 No, lo decía porque no iras conmigo... ni pasando veinte horas en un salón de belleza lograrías encajar en esa fiesta.

Me quede congelada, con los pies pegados al piso no sé por cuanto tiempo, después de un rato me despertó el portazo que dio cuando se fue.

Un empujón ocasional, un insulto, una cachetada, una sacudida... se fueron haciendo comunes, cada vez más comunes.

Octubre 23 de 1994.

Y lo pero fue cuando los niños estaban en edad de comprender algunas cosas a sus seis y cinco años, para ellos había siempre una mentira diferente, algo que los confundiera para que no se dieran cuenta de la realidad.

 ¿Estas muy ocupado?
 Por supuesto que si, con cosas que tu no entenderías.

Me mordí los labios y salí del estudio en silencio, tratando de que la puerta no hiciera ruido.

Le tenia miedo.

Enero 14 de 1995

 Me gustaría trabajar en algo, aportar a la casa.
 ¿Y como lo vas a hacer? ¿Qué vas a reseñar en tu hoja de vida? Lo único que vale la pena ahí es que digas que eres mi esposa.

Así que desistí, de nuevo.

Mayo 8 de 1996.

Aunque me esforzaba mucho no era feliz, y yo lo aceptaba así, aceptaba cada humillación, cada grito, cada golpe, cada tirón de cabello, cada grosería... todo... hasta... cada violación cuando llegaba borracho.

Aunque suene raro...así era, una violación.


Diciembre 6 de 1997

Con solo escribirlo se me hace un nudo en la garganta, es como si me estuviera golpeando de nuevo, como si escuchara de nuevo sus gritos, esos golpes en la puerta la noche que me encerré con el baño huyendo de sus golpes... de nuevo.

Pum, pum, pum, cuando desperté me mire al espejo y contemple la mitad de mi rostro, sangrante y golpeado.

 ¿Inés... y esas escaleras no se llamaran Ignacio?
 No, como se te ocurre, él... es el hombre perfecto.

No sé si Francisco me creyó entonces, porque al recordarlo ni yo misma me creería esa mentira.

Septiembre 25 de 1998

Eso se convirtió en la rutina de cada semana, un golpe nuevo, un moretón que se ponía amarillo cuando uno morado lo reemplazaba en otra parte de mi cuerpo, parecerá una locura, hasta me sentía afortunada cuando sus golpes eran en algún lugar que podía cubrir con la ropa.

Me acostumbre, si, me acostumbre.

Julio 10 de 1999.

 Para eso te compre...

Le escuche gritarme mientras acomodaba las tiras de mi pijama destrozada y al siguiente día... un ramo de rosas para consolarme aunque el verdadero mensaje era que me quedara callada, como siempre.

Con alguna cosa buscaba consolarme las veces que me escupió la cara, las veces que me quemo con su cigarrillo, las veces que me pego, las veces que me dejo inconsciente, la vez que tuve que correr con mis dos niños y encerrarme en la habitación.

Nunca me sentí mas aterrada, mis niños temblaban en mis brazos y yo también, las lagrimas me corrían por el rostro y caían sobre la cabeza de Gabriel y Susana, hasta que todo se quedo en silencio... oí sus pasos, abrió los cajones del mueble del garaje... y oí sus pasos de nuevo.

Eran los pasos de un monstruo, pesados y arrogantes, apreté a mis dos niños contra mi pecho cuando vi que la cerradura se abría y en sus manos, un cinturón, lo hizo sonar sobre la cama varias veces cuando se fue contra mí.

Le di la espalda y aguante sus correazos protegiendo a mis dos niños que lloraban desesperados.

 ¡Ya no mas... te lo ruego!

Y eso solo parecía gustarle mas... así que más duro me pegaba.

Ignacio...se reía.

Abril 28 de 2000.

 ¡Si te viera menos creo que no me molestarías tanto, mírate, vieja, fea, ignorante, hasta mi secretaria esta mejor que tu!

Si, era verdad, cada golpe tenia un nombre, una comparación, una justificación, un falso sentimiento de superioridad que lo impulsaba a tratarme como un animal, algo... siempre me gritaba algo, y de tanto escucharlo, lo fui creyendo.

Termine por creer todo lo que Ignacio me decía.

Tal vez siempre fue así.

Tal vez ese era mi destino.

Y termine de leer...

Tuve que respirar muy hondo para que la idea resultara posible en mi cabeza, pero haciendo memoria no me resultaba tan imposible, entonces comprendí muchas cosas, muchas en verdad, especialmente el fuerte interés de mi madre en mandarnos a aquel costoso internado.

Papá siempre nos visitaba muy sonriente, nos llevaba regalos y nos dejaba dinero, siempre tenia una excusa para que mamá no fuera a vernos, aun recuerdo su cara de felicidad cuando llegábamos en navidad, nos abrazaba y nos decía que nos amaba con todo su corazón.

 ¿Porque no vas a vernos?
 Porque haría cualquier cosa con tal de que tengan un buen futuro, para que estén bien.

Y volteaba el rostro con cuidado hasta donde mi padre, aquella mirada era... miedo.

Miedo.

Como un latigazo un escalofrío me recorrió la espalda.

Mi madre había muerto en Abril 30 de 2000.

martes, 4 de enero de 2011

La imagen inspiradora de la proxima historia.


Una historia para que reflexionemos y para que no sigan sucediento mas.
EL CASTIGO



Allí estabamos, uno frente al otro.

Con la respiración terriblemente serena.

Era increíble a pesar de todo.

Era como si todo a nuestro alrededor hubiera desaparecido.

Llene mis pulmones con la esencia del ambiente de aquel cuarto hasta que me sentí medio mareada bajo los terribles ojos negros de Esteban, y en la mesa frente a nosotros el arma.

Y lo peor de todo es que estabamos es esa situación por nosotros mismos, eran nuestros propios deseos, la pasión que nos quemaba, la que nos había llevado a tomar aquella terrible determinación.

Nunca había sentido que alguien, en toda mi vida, me había amado tanto como Esteban y yo de igual forma nunca había amado a otro hombre como a él.

Es irónico, pero por aquella verdad tan pura y cristalina estabamos a punto de cometer la mayor de las locuras.

No podía evitar mirar sus ojos en silencio preguntándome que estaba pensando, si estaba recordando algo del pasado, el día que nos conocimos, la primera cita, el primer beso, podían ser todas al mismo tiempo o tal vez cualquier detalle que se escapaba de mi mente.

Siempre había observado a Esteban con cierta reverencia, su profesionalismo lo hacia lucir como un hombre mayor en un delgado y esculpido cuerpo de gimnasio, sus galanterías y su elegancia lo hacia parecer un héroe de novela romántica, esa forma de arrugar la frente al pensar solo podía dejarme sin palabras deseando saber como alguien podía ser tan perfecto.

Y sus ojos, esos enormes ojos negros que solo me miraban como quien se asoma a un pozo resultaban para mí la mas profunda y desquiciada de las fascinaciones.

Hasta el día que dejo de mirarme con indiferencia y se fijo en mi, al principio me pareció una casualidad pero cuando sus miradas se convirtieron en mas que solo simples contactos visuales casi no podía creerlo.

Me parecía estar soñando.

Era obvio que estaba enamorada de él, igual que muchas otras en la oficina ¿Pero el que tenia que encontrar de atractivo en mi? Yo no era mas que la arquitecta recién llegada por recomendación de un familiar lo que hacia un poco más forzosa mi adaptación y él uno de los socios mayoritarios de la constructora y encargado directo del nuevo proyecto inmobiliario.

Y lo peor era que ahora, por simple designación tenia que trabajar con él.

 Tus diseños me parecen algo vanguardistas para este proyecto.

 Si, pero tenga en cuenta que así aseguramos hacernos notar sobre las demás constructoras, definir un estilo propio y por supuesto la venta rápida y valorizada de los apartamentos.

 Me gusta como piensas...

Me sentí halagada. Por lo general Esteban nunca alababa el trabajo de nadie, así que me sentí mas que halagada, me sentí afortunada.

 ... y también me gustas tu.

 Muchas gracias doctor Keller, es bueno saber que mi trabajo es apreciado.

De momento no comprendí porque mis manos temblaban cuando recogí la carpeta con su firma de aprobación, seguramente era por estar cerca de él y de sus enigmáticos ojos negros lo que no me dejo comprender que decía realmente.

Tanta era la confusión de mi mente que mi cuerpo lo comprendió primero.

Se levanto de la silla y me agarro la muñeca con la mirada llena de un extraño sentimiento.

 Creo que no me entendiste...

Me soltó casi con rabia, fue hasta la ventana y me dio la espalda.

 ...Lo que intentaba decirte es que me gustas tu, Elena.

La situación tantas veces soñada me parecía surrealista, había deseado tanto que aquel momento que se hiciera realidad que cuando finalmente sucedió me quedé como una estatua sin vida.

Se acerco a mí y sin mediar mas palabras me beso, como si el mundo se fuera a acabar, como si no hubiera mas vida ni más tiempo que el presente, tomo mi cintura y me llevo contra sus labios con desesperación.

Dio un gran suspiro y se aparto de mí, yo por mi parte solo trataba de recobrar la respiración.

Se quedo frente a mí en silencio un momento con la cabeza gacha y los hombros tensos.

¿Que había pasado?

Se dio vuelta y volvió a sentarse frente al escritorio aflojándose el nudo de la corbata como si también le costara respirar y me miro fijamente.

 No te pediré disculpas, ni diré que lo siento, porque seria una gran mentira, y tampoco me opondré a que levantes una acusación formal de acoso sexual contra mí si es lo que quieres, pero no podía seguir viéndote y no hacer nada.

Se quedó en silencio un segundo observando mi silueta inmóvil.

 Nada, no haré nada.

Su mirada incrédula condujo sus pasos de nuevo junto a mí.

 Nada... no harás nada... ¿Por qué pierdes la oportunidad de generar un problema en el que seguramente saldrás ganando?

Trate de deshacer el enorme nudo en mi garganta y decirlo de una vez.

 Porque yo quería que sucediera.

Y eso fue suficiente, esas simples palabras, estaban destinadas a cambiar mi vida y así fue.

Desde entonces nos seguimos viendo en secreto, lo que hizo de nuestra extraña relación algo intenso y furtivo por razones mas que evidentes, un jefe no puede tener una relación amorosa con una empleada pues su conducta seria entredicha y una empleada no podía tener mas que una relación laboral con su jefe pues seria catalogada como una trepadora.

Ambos sabíamos aquello desde un principio.

Además, como lo conversamos en muchas ocasiones, yo era realmente buena en mi trabajo pero aquel talento podría verse apocado si se descubría que salía con el encargado de proyectos.

Muchos pensarían que las razones de mi triunfo se debían a algo mas que mi talento como arquitecta.

Y eso era algo que yo tenia muy claro.

Tal vez nunca debí aceptar lo que me proponía, pero, contra la extraña y casi sobrenatural fascinación que sentía por él, era muy poco lo que se podía hacer.

Era algo tan poderoso, tan extraño que con solo unos meses llegue a no pensar en una vida sin él, a su sombra, es mas... no concebía un futuro sin él, aunque la parte razonable de mi mente me dijera que tanta y tan repentina devoción no estaban bien.

Que no era sano.

Que no era normal, pero no me importaba, lo único que me importaba era que el era mío y yo era de el.

Así de sencillo, sin mas explicación que un sentimiento oculto que nos unía de una forma imposible de entender y satisfacer.

Hasta que poco a poco y sin darme cuenta llegó a un extremo por demás raro y peligroso, para ese entonces estaba tan enamorada que no me di cuenta ni lo vi como lo veo ahora.

 ¿Que hacías hablando con él?
 Es el ingeniero tenia que remitirle los planos.
 No me gusta como te mira, de pensar que solo puede verte... ¡Me enferma!

Esa vez termino arrastrándome disimuladamente hasta su oficina con reclamos casi incoherentes que termino de tajo abrazándome con fuerza inusitada contra su pecho diciéndome una vez mas que me amaba y que nunca pensara siquiera en traicionarlo.

 Romperías mi corazón y enloquecería.

Fue entonces cuando me contagio con la furia de sus celos, aunque tal vez, pudo ser antes, o desde un principio, la verdad, ya no interesa, soy tan culpable como él en lo que paso, solo que yo corrí con mejor suerte.

Suerte, esa era la cuestión, el azar, el que terminaría por decidirlo todo.

 Yo también Esteban, arriesgo tanto por este amor, que si me traicionas... no sé que seria de mí y eso no esta bien.
 Nada de lo nuestro estaba bien.
 ¿Y que podemos hacer al respecto?
 Seguir con esta equivocación... hundirnos en ella.

Me separe de el un poco y lo mire a los ojos, y en medio de aquella negrura le respondí.

 Hasta el fondo del infierno.
 Creo que ya estamos ahí.
 Entonces hasta donde haya que ir.

Así pasaron casi dos años, de citas en secreto en su apartamento, besos furtivos y caricias que por prohibidas resultaban cada vez más atractivas y posesivas.

Es extraño el concepto, en verdad, pero para nosotros lo anónimo de nuestra relación hacia que ese sentimiento de pertenencia que se había creado en torno al otro se hiciera cada vez mas fuerte, al estar bajo la mirada publica y fingir que nada sucedía el sentimiento de intocabilidad se hacia mas profundo, por decirlo así el secreto nos estaba enfermando.

Nos enfermo.

Y solo hasta ahora, lo he comprendido, aunque es un poco tarde para sentir remordimientos así es.

Poco a poco, yo veia cosas donde lo has había, miradas inexistentes, el roce de una faldacualquiera era intencional y en mas de una oportunidad desee levantarme del escritorio y empujar por las escaleras a la culpable.

Sacarle los ojos con un compás a la que osaba con mirarlo con alguna ilusión al saberlo soltero, pero no, no era soltero... me pertenecía.

Una cita de negocios podía ser una excusa para traicionar nuestro secreto, una llamada, unos minutos de mas en el estacionamiento, todo me resultaba sospechoso, sobre todo al no existir el compromiso publico de tener novia su naturaleza de hombre podría destruirlo todo.

Y él hacia lo mismo, y algunas veces era peor, pero aquellos reclamos infundados en esa época me parecían una muestra innegable de que me amaba, hasta mas que yo.

Todo era correspondido, era como darnos en partes iguales un castigo que gobernaba nuestras vidas.

Hasta que se hizo insostenible.

Sobrepasando ampliamente ese amor que nos había unido, ya nos estabamos comportando como fieras el uno con el otro, demarcando un territorio invisible en torno a los demás.

Haciéndonos mas daño que amándonos, y al darnos cuenta francamente de eso, surgió la cuestión.

Nos separaríamos...

Si, por nuestra propia voluntad, pues las cosas habían tomado un rumbo demasiado destructivo, eso lo sabíamos, pero había algo mas que sobrepasaba cualquier estado de la conciencia, algo que nos impedía separarnos el uno del otro, algo que no nos dejaba considerar la posibilidad de que el otro podía alejarse y continuar con su vida.

Un profundo e irracional egoísmo nos había surgido en el corazón, algo tan sencillo como considerar la posibilidad de que alguno de los dos podía iniciar una relación normal con otra persona nos carcomía el corazón de una forma enfermiza y loca, pues en nuestras mentes la idea de otras manos y otros ojos sobre el ser que nos seguía perteneciendo era inconcebible, y nuevamente el sentimiento era mas que mutuo.

Así que si ninguno de los dos podía tolerar la libertad del otro bajo el pensamiento egoísta y celoso que nos gobernaba, había que hacer algo para que uno de los dos se ganara su libertad.

Así que un día, sin mas que la resolución de la decisión tomada nos reunimos en el edificio que se estaba construyendo, en uno de los apartamentos del ultimo piso, lejos de todo y de todos, solo nosotros dos... y el arma.

Esteban sacó la bala de su bolsillo y la introdujo en el tambor del revolver y le dio vuelta, el sonido giratorio del arma resonó con un extraño eco en el espacio vacío de aquel lugar y mirándome a los ojos, lo dejo sobre la mesa.

 ¿Quién comienza?

Pregunte perdiéndome de nuevo en la inmensa negrura de sus ojos.

 Yo, por supuesto.

Su voz sonaba tan tranquila, tan calmada, como si no estuviera a punto de ponerse un arma en la cien y disparar.

Tomo el arma, y no la puso en su frente, la dejo sobre su corazón y disparo.

El sonido del clic vacío me asusto tanto que casi me hizo saltar de mi silla, con tristeza en sus ojos dejo el arma en la mesa.

 Te toca.

No vacile ni un solo instante, tome el revolver, volví a girar el tambor y cuando se detuvo lo coloque sobre mi corazón y dispare.

Nada, no ocurrió nada, de nuevo, el martillo pego en una cavidad vacía, le sonreí con tranquilidad y repetimos el juego.

El tambor giro de nuevo, colocó el cañón del revolver en la cien y disparó, el sonido del disparo fue tan atronador que los vidrios de las ventanas vibraron como si un temblor los estremeciera, de su mano calló el revolver rodando por la mesa hasta mí señalándome con el cañón.

La suerte, la suerte había decidido, y frente a ella no había nada que hacer, ni siquiera llorar, tome el arma observando el brillo de sus cabellos negros mojados con el rojo de su sangre, la envolví en un pañuelo y baje las escaleras con calma, baje hasta el estacionamiento del edificio sintiendo un extraño sentimiento de alivio en el corazón mire el arma una vez mas y la arroje en el pozo subterráneo, cerré la tapa con cuidado y salí del lugar.

Cuando me había alejado un poco no pude evitar mirar por el espejo retrovisor todo lo que se quedaba atrás en mi vida y lejos de sentir pesar, lo único que pude sentir fueron unas ganas inmensas de pisar el acelerador hasta el fondo.

Y así lo hice.