martes, 22 de junio de 2010

ROSAS Y DIAMANTES (Segunda parte)

UNA PAGINA QUE NO HABÍA CONSIDERADO...



¡Me parece increíble!

No, miento...

Era mas bien algo que había visto venir, pero a lo que inútilmente había cerrado los ojos, bajo la estúpida mirada de la ignorancia complaciente de la esposa que pretende o que al menos intenta pretender que desconoce... todo.

Ahora vivía en un pequeño departamento al centro de la cuidad, sin sirvientes, sin segundos pisos, sin ventanas de cristal labrado, sin pisos de mármol, pero aquella sencillez era mas que suficiente para una persona con mi sueldo.

En el trabajo me iba bien, había tomado unos cuantos casos y los había resuelto de forma brillante, según decía la gente, pero por otro lado...solo eran pretextos.

Al principio las revistas de farándula tomaron la iniciativa en publicitar mi separación con Alejandro, no pasaba un día sin que en alguna de ellas dijera algo sobre la noticia bomba del mes, pero ya después de casi dos años la cosa era territorio olvidado, a excepción por una que otra noticia de Alejandro... una modelo, una reina de belleza, y hasta una presentadora de noticiero con la que salía unas cuantas veces y después terminaba por desechar.

Ya era su costumbre.

Como era costumbre compararla conmigo en muchos aspectos, lo que después de un tiempo no me molesto en lo mas mínimo, es como si una gran coraza me cubriera el corazón, que irremediablemente seguía pensando en él.

Durante estos casi dos años el consorcio de Alejandro había crecido mucho, tenía bajo su manejo las finanzas de nuevas empresas que crecían bajo su asesoría, los titulares de las revistas económicas lo situaban como uno de los abogados jóvenes más influyentes del país y eso me alegraba mucho, hasta se llego a sonar como candidato para asesorara a la corte en un complicado caso.

El seguía triunfando y lejos de molestarme, me hacia feliz saberlo.

Se rumoraba posibilidades de divorcio, y uno que otro paparazzi seguía tomándome fotos al salir del trabajo, lo que trataba de ignorar, pero realmente ninguno de los dos estaba interesado en romper el vinculo con el otro, aunque no fuéramos capaces de aceptarlo.

En mas de una oportunidad mando a uno de sus abogados, socios preferiblemente a que trataran de razonar conmigo para que aceptara un apartamento nuevo y una pensión para que solventara mis necesidades básicas, por supuesto que la cantidad de aquella pensión era ridículamente superior a cualquier gasto que yo o cualquier mujer pudiera tener.

Cansada de dar la misma respuesta amable y cordial a sus enviados, todos conocidos míos y de el, les respondí finalmente:

  • Dígale al señor Maldonado que soy feliz con lo que ya me da.

Por supuesto que no entendieron nada, quedando confusos ante mi respuesta.

  • Pero Valeria estas rechazando... una gran suma.

  • Solo díganle eso.

Fue el único caso que los abogados de Maldonado y asociados. Perdió.

Sonara estúpido del todo, pero esperaba con ansiedad a que llegara el viernes para encontrar en mi puerta el inmenso ramo de rosas rojas que seguía mandándome, las tomaba del piso donde el mensajero las dejaba y las colocaba en un jarrón con agua sobre la mesa del comedor y las miraba largo rato, pensando en él hasta que las lagrimas terminaban por empañar mis ojos y me dejaba caer sobre la mesa ahogando un grito desesperado ocultando mi rostro entre mis manos.

Lo seguía amando, con todo mi ser, pero el no tenia porque enterarse, solo le rogaba a Dios que no me lo encontrara en algún juzgado o en la calle de la mano con otra, me hubiera desmoronado allí mismo.

Pero gracias a Dios eso no pasaba, era como si viviéramos en mundos diferentes, en el suyo y yo en el mío aunque la línea que nos separara fuera muy fina.

Aquella línea que yo misma había trazado y que Alejandro reforzaba con otra mas gruesa al frente.

El celular seguía sonando de vez en cuando, y la respuesta era la misma, la misma de siempre, hasta que un día... conteste, de eso hace casi un mes.

Era viernes, llegaba del trabajo muy tarde, como siempre tratando de ocuparme lo mas que pudiera para no tener tiempo libre y volver a pensar en el, junto a la puerta estaba el ramo de rosas rojas de siempre, lo tome entre mis brazos y abrí la puerta de aquella inmensa soledad que lo llenaba todo, encendí las luces y cambie las rosas viejas por las nuevas.

  • ¿Porque te es tan difícil... que yo sea la única en tu vida?

Me quede esperando sentada en la silla del comedor como si las flores fueran a contestarme, me levante a punto de llorar y me fui a mi habitación arrastrando a cuestas un amor que no podía soportar en silencio.

Me tire en la cama vestida, dejando el bolso aun lado cuando el celular sonó, me levante y mire el numero de Alejandro en la pantalla, mi corazón latía a mil como siempre que escuchaba su llamada.

Seria tan fácil.

Solo seria una palabra, y volveríamos a estar juntos.

Yo sabia porque lo haría... pero el sabia porque lo hacia, el sabia porque me buscaba, sabia porque me llamaba.

Eso deseaba saber yo.

Conteste la llamada y simplemente escuche.

  • ¿Valeria, me escuchas?

Mi corazón temblaba en medio del pecho, su voz, de nuevo su voz, como deseaba verlo de nuevo, abrazarlo, besarlo, pero no... no podía ceder a mi antigua vida de nuevo, no de aquella forma.

  • Valeria, se que me estas escuchando, solo quería saber como estabas y... Recordarte que pienso mucho en ti, me gustaría mucho verte, aunque solo fuera un momento... ¿Puedes?

Nos quedamos en silencio los dos, podía escuchar su respiración en el teléfono y tal vez él escuchaba la mía... pero no le conteste.

No podía.

Durante toda la noche tuve pesadillas en donde cosas malas le pasaban a Alejandro y termine despertando a las siete de la mañana como si no hubiera dormido nada.

En la mesa de noche el celular volvió a sonar, era Alejandro, de nuevo.

¿De nuevo?

¿Porque?

Volví a contestar, y escuche.

  • Valeria... Creo entenderte... y no te molestare mas... como rechazaste lo que te quería dar, haré lo que tu misma dijiste que te hacia feliz, creo entonces... que este es un adiós definitivo... estoy en el aeropuerto, voy a Barcelona a cerrar un contrato muy importante... ¡Deséame suerte!... es solo que por alguna razón me hubiera gustado verte antes de irme...

Las lagrimas inundaron mi rostro rápidamente como si estuviera bajo la lluvia.

  • ... Sé que no me vas a creer, pero te sigo amando.

Tome un gran trago de aire para hablarme para decirle que... yo también lo amaba, cuando escuche la llamada cortarse.

Mis manos temblaron como hojas al sentir como mi corazón se rompía de nuevo.

  • ¿Seria verdad, me amaba?

  • ¡Quiero creer!

Me bañe tan rápido como pude y me vestí con un sencillo vestido blanco de falda amplia y escote cuadrado adornado por una flor dorada y unas sandalias altas doradas, salí del apartamento dando un fuerte portazo, llegue al ascensor y las puertas se cerraban frente a mi rostro.

  • ¡Maldita sea!

Corrí por las escaleras y las baje tan rápido como pude, en la calle tome un taxi rumbo al aeropuerto.

Tenia que alcanzarlo.

Arrojarme sobre sus brazos y decirle que lo amaba.

Darnos una oportunidad.

Una ultima oportunidad

Me baje corriendo cuando llegamos al aeropuerto dejando al conductor con el vuelto del billete con el que le había pagado, corrí por los pasillos desesperada hasta el puente internacional chocándome muchas veces con otras personas.

Vi en la inmensa pantalla de plasma del puente que el vuelo a Barcelona estaba abordando, y aun estaba lejos.

Seguí derecho subiendo un grupo de escaleras cuando vi el reflejo rubio de su cabello cuando pasaba la puerta de abordaje entregándole a la azafata el boleto, y desaparecer.

Un amargo golpe asesto en medio de mi pecho, como si una gran bola de demolición me destruyera el alma dentro del cuerpo, cuando llegue me quede de pie frente a la gran ventana de cristal viendo como el avión carreteaba y se ubicaba en la pista.

Se había ido.

Bajo la mirada de algunos curiosos que me habían visto correr por los pasillos regrese por el mismo camino con pasos lentos y pesados, tome otro taxi y regrese a mi casa.

Un vacío indescriptible me asechaba en cada centímetro de aquel lugar, pense que estaba acostumbrada a esa sensación pero era mentira, de nuevo me sentía desolada y abandonada, como si no tuviera razón en el mundo para seguir aparentando una fortaleza que no existía, un valor que había perdido desde hacia mucho.

Y en silencio de nuevo llore.

Inicie la semana trabajando duro, tomando mas de un caso a la vez para regresar tan cansada y caer rendida y no pensar en nada, el viernes de la siguiente semana encontré un nuevo ramo de rosas rojas al regresar del trabajo y lo agradecí mas que cualquier otro... seguía pensando en mi.

Y al día siguiente, al abrir la puerta encontré un sobre blanco.

Mire a lo largo del pasillo, y no vi a nadie.

Recogí el sobre y entre...

Me quede de pie en medio de la sala sin saber que hacer, confundida, me deje caer pesadamente en el sofá y abrí el sobre, en el solo encontré una pagina en blanco que decía:

  • “De alguien que te ama y quisiera estar en tu vida”

Como todos los viernes recibía las rosas de Alejandro y en el transcurso de la semana la carta del extraño, de aquel desconocido que decía amarme en silencio.

Me entere por Melissa que Alejandro había regresado trayendo en el bolsillo un contrato millonario con una empresa española y casi una semana después... me entere por el noticiero que lo habían visto con la nueva presentadora de farándula del canal más importante del país y lo peor...que vivían juntos.

Apague el televisor y tire el control contra el piso con rabia y decepción.

  • “Porque no se muere de una vez lo que siento por ti”

Y decidí no volver a llorar por él.

Aunque no pudiera dejar de amarlo.

Las cartas de mi admirador secreto llegaban todas las semanas, eran cartas de amor, de una belleza tan sublime y tan sinceras que a veces me hacían desear que Alejandro me amara con aquella adoración que decía sentir por mí aquel extraño que había llegado a mi vida de alguna forma imprevista.

  • “Es tan difícil verte, y no poder acercarme, quisiera hacerme invisible para estará a tu lado sin que te dieras cuenta”

  • “Solo puedo pensar en ti, solo puedo soñar contigo, nadie mas ocupa mi corazón”

Quien podría decir que me amaba de esa manera y no conocerme, la idea era casi imposible de aceptar, pero aquellas cartas aunque fueran de un desconocido eran hermosas, muy hermosas.

Al día siguiente por la tarde al doblar un pasillo de un centro comercial me encontré con Alejandro, hacia meses que no lo veia y ambos nos sorprendimos mucho, fue como ver a un fantasma, me quede inmóvil por un momento y trate de seguir de largo, hasta que su mano tomo la mía con fuerza deteniéndome.

  • ¡Deseaba verte!

  • Me tengo que ir, Alejandro.

  • ¡No, esta vez me tendrás que escuchar, solo puedo pensar en ti, solo puedo soñar contigo, nadie mas ocupa mi corazón... aunque mis acciones te digan lo contrario.

Creo que me quede totalmente pálida cuando lo escuche decir aquellas palabras, me safé de su mano como pude y seguí de largo hasta sentarme en una banca de hierro forjado en una zona verde del centro comercial.

Lo sentí sentarse a mi lado, y mirarme en silencio.

  • ¿Eras tu? ¡Las cartas eran tuyas!

  • Intento olvidarte, sacarte de mi corazón pero no puedo, no puedo hacerlo... de alguna forma tenia que estar cerca de ti.

  • ¡No quiero oírte!

Sentí sus brazos alrededor mío, con aquella calidez que recordaba tanto, y de nuevo lo sentí sincero, sabia que no me mentía, sabia en mi corazón que decía la verdad... ¿Como era posible que sus acciones distaran tanto de la realidad?

  • No he podido hacer que me odies.

Levante la cabeza aun mas confundida y vi su rostro mirar inexpresivo el cielo.

  • ¿Que?

  • Porque si me odiabas, si me sacabas de tu corazón seria mas fácil para mi aceptar que bajo ninguna circunstancia me aceptarais de nuevo.


Alejandro me observo en silencio retirando con sus dedos las lagrimas que recorrían mi rostro, me apretó fuerte contra su pecho y me beso hasta que mis lagrimas llegaron hasta sus labios.

Esa noche, aunque seguía siendo su esposa, fui la otra, yo fui la otra, la que se robaba a Alejandro de su casa, de aquella mansión de ensueño, la culpable de que ella, la que ahora vivía en la que una vez fue mi pequeño palacio se quedara esperándolo casi todas las noches.

Desde entonces, Alejandro me visita casi a diario, por las noches después que sale del trabajo, algunas veces se queda conmigo, otras no.

Me había convertido en la otra.

Y era feliz.

Alejandro termino por aceptar el cargo de consultor de la corte suprema dividiendo su tiempo en la oficina y otras tantas veces en la corte.

En mas de una ocasión las personas se quedaban confundidas cuando lo veían entrar a el, una figura publica del país, sin escoltas... a un barrio del centro y entrar en sencillo edificio de apartamentos.

Yo, la esposa, y la otra al mismo tiempo.

Pronto se rumoro que el gran abogado Alejandro Maldonado sostenía un nuevo romance con una joven abogada de una empresa inmobiliaria...pero la gran sorpresa se la llevaron los periodistas cuando averiguaron que la supuesta amante...era Valeria Alcázar...de Maldonado.

Alejandro no dejo a la dejo y yo tampoco se lo exigí, ella allá en la mansión, disfrutando de las joyas, del prestigio, de los lujos, de los sirvientes y de la vida fácil veia con ira como su gran triunfo económico y su felicidad se empañada por culpa de una mujer que vivía en un sencillo apartamento en el centro, que no vestía de diseñador, ni se hacia peinar de los mejores estilistas, una mujer que se robaba a su marido casi todas las noches, aunque el termino de ladrona no fuera el mas indicado para mi.

Mucha gente me juzga como una loca, dicen que no tengo amor propio al no exigirle nada mas a Alejandro, al vivir de aquella forma, pero ellos no saben porque lo hago, nadie lo sabe.

Sin embargo tratare de explicarlo con el animo no de justificarme, sino con el ferviente deseo de ser comprendida... Alejandro no cambiaría, eso lo supe desde siempre, y no cambiara en ningún momento, como no cambiara en mi el hecho de que yo lo ame mas que a mi vida.

Entonces, si su instinto de cazador es tan fuerte, yo le proporcionaría, en nombre de ese amor lo que él quería, una amante.

Yo seria su amante entonces, su esposa y su amante.

Y aunque suene raro... teniéndolo de esa forma soy feliz, así siento que me pertenece mas que cuando era yo la que vivía en su casa.

Hoy, precisamente hoy lo espero, he llegado del trabajo, hice la cena evitando el olor de cebolla a toda costa, puse velas en la mesa del comedor y coloque sus rosas en agua, como siempre...

Me asome en el balcón y a lo lejos veo asomar su carro por la esquina.

Hoy es viernes, pero no uno como cualquier otro.

Me ha llamado insistentemente todo el día al celular interrumpiéndome en el trabajo e interrumpiendo el de el, con la misma pregunta, formulándola de diferentes maneras para hacerme confesar como todo buen abogado.

En ultimas ha intentado negociar, me ha ofrecido rosas, diamantes, un viaje nosotros solos a las islas griegas... en fin... todo lo que su dinero podría comprar para que conteste a su pregunta que afirma le quema el corazón desde hace dos días.

Y siempre le he dicho lo mismo.

  • Nada de lo que pudieras darme... te dará la respuesta.

Desde el balcón lo vi llegar, sus ojos verdes fulguraban con un brillo chispeante cuando bajo del carro y me vio esperándolo en el balcón, una gran sonrisa cruzo por su rostro y entro al edificio.

Toco el timbre varias veces antes de que abriera la puerta, cuando estuvo frente a mi me tomo de la cintura y me elevo hasta sus labios para besarme, cuando me bajo me sentí mareada de nuevo... me tambalee... sus brazos me sostuvieron casi temblando igual que yo.

  • ¡Es cierto, dime por favor que es verdad!

  • Sí, es verdad.

  • ¿Cuanto?

  • Cuatro semanas.

1 comentario:

  1. ¡ufff genial!

    sin nada más que decir.
    ojalá no fueran relatos cortos.
    quiero más...

    ResponderEliminar