sábado, 26 de junio de 2010

LA TORRE...Historia N°3

- ¡Escóndete y no salgas por nada del mundo, oigas lo que oigas, no salgas!

Fueron sus ultimas palabras.

En un momento mi mundo estaba destruido por completo, la puerta del palacio había sido derribada y los invasores entraban por montones, un grito... miles de gritos inundaban mis oídos confundiéndome, era muy temprano, y ya para todos nosotros la oscuridad de la muerte se acercaba en forma de caballo.

Las viejas manos de mi nana me sacaron de mi confusión personal para sumergirme en otra, corrimos por los pasillos tratando de no chocar con los soldados que se apresuraban a defender l castillo, pero era demasiado tarde...ellos ya estaba dentro y solo seria cuestión de tiempo para que llegaran a nosotros.

Vi a mi padre y a mi hermano bajar por la escalera principal, todo a nuestro alrededor se detuvo un instante, trataban de ser fuertes, pero en sus ojos podía ver el temor que produce el sonido de miles de enemigos acercándose a matarte.

- Llévatela, y escóndela... y si no pueden huir, no dejes que se convierta... en... la concubina de uno de ellos.

Ante mis ojos, vi como le entregaba a mi nana un puñal, y sus ordenes eran muy claras, aunque no lo había dicho claramente pensando que yo no le entendería, la orden realmente era:

- Si no pueden huir, ¡mátala!
- Que Dios sea el que decida.

Fue lo único que contesto Salma arrastrándome consigo entre la multitud, la ultima de mis miradas fue para mi hermano, el hermano con el que había compartido el vientre de mi madre, el también estaba asustado, el sable era demasiado grande para sus manos, pero aun así estaba de pie al lado de mi padre como todo un príncipe.

Me choque contra la espalda de Salma cuando esta se detuvo en seco.

- ¡No por allí no!

Un guardia nos prevenía con un grito de dolor al mismo tiempo en que una flecha del enemigo se clavaba en su espalda cayendo en medio del salón.

Dimos la vuelta y subimos las escaleras, ellos ya estaban cerca.
Mire hacia atrás sintiendo como la muñeca me ardía por la intensa presión de los de dos de mi nana mientras me arrastraba con ella hacia cualquier lugar que pudiera escondernos.

Recorrimos los pasillos con pánico entre una multitud que buscaba lo mismo que nosotras, la luz de una de las ventanas choco contra mis ojos llenos de lagrimas silenciosas, use todas mis fuerzas para detenerme del paso de caballo de mi nada y me safe de su mano quedándome de pie frente a la ventana.

Una gran gritería inundaba el aire con su filo mortal, me asome tomando los fríos barrotes de la ventana.

- ¡Padre!

Lo tenían, lo habían capturado y lo arrastraban hasta el centro del jardín, lo arrojaron contra el tierno pasto verde aun húmedo por el rocío de la noche y detrás de el, llevaban también a mi hermano Kalim.

Mi padre trato de levantarse... hasta que uno de los invasores levanto su espada.

- ¡No mires Samira!

Sus fuertes manos me abrazaron y me acurrucaron contra su pecho tapándome el rostro con una de ellas.

- ¡Lo mataran!

Grite, por entre los dedos de mi vieja nana vi como la espada se levantaba y cortaba la cabeza de mi padre cayendo al pasto en medio de horribles gestos, hicieron arrodillar a Kalim a su lado y la espada se volvió a levantar, mi hermano no quiso morir de rodillas, se levanto alzando la cabeza como un halcón al volar y les escupió el rostro, en menos de un parpadeo su cabeza callo a sus pies en medio de la celebración de los invasores.

Mi cuerpo se hizo pesado como una tonelada de hierro y caí al piso llevándome conmigo a mi nada, me sentí ahogada, un intenso dolor en el cuello me estaba ahogando, como si el filo de la espada también atentara contra mi.

Sentí como sus manos me levantaron y me arrastraron de nuevo en con pasos torpes por el resto del pasillo, nos detuvimos ante una gran puerta dorada, ella saco un manojo de llaves de su cinturón y abrió la puerta.

Entramos, ella cerro la puerta y deslizo las llaves otra vez a su cinturón, me observo por un momento, mi rostro estaba bañado en lagrimas, me abrazo y nuevamente me tomo de la mano y me llevo hasta la pared, levanto un grueso tapiz que colgaba de ella enseñándome una estrecha puerta oculta, tono la pequeña aldaba y la abrió.

- ¡Entra!
- ¡No, es como una cripta!

Al fondo, gritos ahogados por la espada y el caer de los cuerpos por las escaleras solo podían significar una sola cosa.

Me empujó dentro de aquel pequeño espacio y me entrego el puñal de mi padre.

- ¡Escóndete y no salgas por nada del mundo, oigas lo que oigas, no salgas!

Miro hacia la puerta.

- ¡yo no soy capaz, yo te traje a la vida y no te la puedo quitar!

El puñal callo a mis pies y lo tome, los ojos de Salma estaban rojos por las lagrimas cuando escuchamos tres golpes secos contra la puerta.

- ¡Están aquí, mi niña...!

Y de un golpe cerro la puerta tirando el tapiz sobre ella, el espacio era demasiado pequeño, estaba acurrucada en la oscuridad cuando escuche como la puerta había sido derribada.

Grandes pasos entraron...

- ¡Todos arderán en el fuego del infierno!

Escuche un grito y risas, ni nana Salma había muerto.

Temblé con desesperación en medio de aquella oscuridad y abrace contra mi pecho el puñal de mi padre, lo único que quedaba de su reino, la ultima joya de su tesoro, pase allí todo el resto del día, en silencio sintiendo como mis piernas se acalambraba vez tras vez, supe que la noche había llegado cuando un fiero escalofrío me azoto la espalda.

Así pasaron dos días más.

Respire hondo y tome el puñal y coloque la pinta filosa en mi corazón y encomendé mi alma a Dios.

De repente un golpe sordo... y mucha luz.

Unas manos blancas y frías me sacaron de mi escondite, la luz me cegaba y yo intentaba pobremente de defenderme, cuando por fin pude abrir los ojos vi ante mi unos intensos ojos... dulces como la miel, pero fieros como el veneno de la serpiente del desierto.

Estaba débil, pero aun tenia la fuerza de mis ancestros en las venas, como pude me desprendí de sus manos y me moví lejos de el, un invasor... como los que mataron a mi padre y a mi hermano.

El hombre estaba armado, tenia un sable colgando de la cintura pero sus ojos eran aun mas filosos, levanto las manos como quien quiere atrapar un pájaro y comenzó a caminar en círculos alrededor mío, recordé entonces lo que veia hacer a mi hermano cuando era pequeño, cuando el eunuco Bardiya le enseñaba a luchar.

Plante los pies con fuerza en el piso y sostuve el puñal con el filo hacia atrás de tal forma que no viera en que mano llevaba el cuchillo, lo seguí con la mirada, preparada, a matarlo o a morir.

- ¿Vas a matarme con eso?
- Las mujeres como yo pueden hacerlo con menos.

Y se hecho a reír.

Se fue sobre mi, no se como lo hice, seguramente mis ancestros acostumbrados a usar las armas me guiaron, en medio instante gire mi cuerpo agachándome para esquivar sus brazos y asestarle un corte en el pecho, desgarrando su delicada túnica verde olivo.

El hombre se tocó el pecho, había sido solo un rasguño.

Otra vez, aquella risa sarcástica.

Sus ojos brillaron con ira e intriga, estaba sorprendido tal vez era de aquellos guerreros a los que nunca habían herido y se preguntaba como aquella mujercita, flaca y aparentemente indefensa había llegado a herirlo, era un presuntuoso y un orgulloso, eso se veia a simple vista.

Nuevamente me ataco, pero esta vez, ni siquiera pude verlo, fue como un relámpago en el cielo, de repente estaba contra la pared, me había desarmado y me miraba con furia, tenia mis manos presas con una sola de las suyas y con la otra tocaba mi mejilla, intente patearlo en el estomago, pero no tuve éxito.

- ¡Deja de parecer una salvaje!

Tomo mi cara y en un solo movimiento sentí como mi cabeza se estrellaba contra el muro.

Todo se oscureció, perdiéndome en aquellos ojos que odiaba mas que a cualquier cosa en el mundo.

Desperté en un lugar que reconocí de inmediato, aquella torre olvidada y llena de telarañas donde acostumbraba jugar de niña, no era mas que un lugar donde guardaban cosas viejas e inservibles de las que no se querían deshacer.

Severa comparación, yo, la que fue una vez la princesa Samira, hija de Omar al-Ibayer, hermana melliza del único heredero de Kalim al-Omar, vestida con sedas y perlas, la bella entre las bellas, estaba encadenada de un tobillo en la torre de los cacharros.

Escuche abrirse la puerta, busque de inmediato algo con que defenderme, pero todo estaba acomodado cuidadosamente hacia un lado de tal modo que la longitud de la cadena no me dejara tomar nada, era otra vez, el invasor.

Y no estaba solo, una mujer, blanca de cabellos rubios como el oro lo acompañaba trayendo una bandeja cubierta con un paño.

- Atiéndela y déjala como la gente.

La mujer se me acerco con cautela, aproveche el miedo en sus ojos y me fui contra ella, alcance a quitarle la bandeja derramando un plato de higos y pan junto con un pequeño vaso de agua, cuando estaba lista para ponérsela de corona mis fuerzas me abandonaron y caí desvanecida pero no rendida.

La mujer estaba asustada y se levantaba del piso sacudiéndose el polvo de su amplia falda.

- ¡Podrías dejar de actuar como una salvaje!

Me dijo en tono de regaño.

- ¡Los salvajes son ustedes!

Con gesto de disgusto le indico con un gesto a la mujer para que se fuera, quien le obedeció sin reservas, cuando estaba en la puerta me miro con curiosidad, estaba en el suelo pero no estaba humillada, alargue la mano y tome el plato y lo lance contra su rostro, ella fue rápida y mis manos débiles así que alcanzo a salir antes de que lograra algo mas que darle a la puerta.

- Solo quería traerte algo para que comieras.

Su voz era aparentemente dulce como la miel de sus ojos.

- ¡Porque solo no me cortan la cabeza como a mi padre!

Fue muy tarde cuando comprendí mi error.

Había revelado mi identidad.

- Así que era una princesa.
- Y de que me sirve eso ya.

Me observo un momento, estudiándome.

- ¿Que me ves?
- Nada, princesa.
- No me llames así, si vas a matarme este es tu momento, o tal vez quieres sacarme al jardín y hacer de ello un espectáculo.

El recuerdo de aquella imagen me lleno los ojos de lagrimas, sentí tanta ira de que viera mis lagrimas, que me viera débil, que me viera doblegada ante el, tenia tanto orgullo en las venas que estaba matándome aquel hecho.

- ¿De que hablas?

Se acerco a mí, con pasos firmes, pero algo mas... era nobleza... ¿acaso seria nobleza?

- Tu y tus perros...

Sus ojos lucían contrariados pero no dejaban de ser severos.

- Yo llegue un día después.
- ¡Da igual!
- Tienes razón da igual, para ti y para mi... da igual, sin embargo si mi padre se entera de tu existencia a el no le dará igual.
- ¡No me importa!
- Debería si supieras lo que hace con prisioneras como tu.
- ¡No soy tu prisionera!
- La cadena en tu pie dice otra cosa.
- Nada de lo que pudiera pasarme seria más terrible de lo que ha visto.

El hombre reflexiono un momento y bajo la mirada, lo que me sorprendió mucho.

- No comparto del todo lo que mi padre hace... pero no tengo opción la mayoría de las veces.
- Así que tu padre es el invasor... es bueno saberlo.

Le dije destinándole la mas envenenada de mis miradas.

- Y tú la hija del vencido... también es bueno saberlo.

Lo vi salir con los ojos iluminados por una extraña luz que me intrigaba y me odie a mi misma por ello.

Así una hora mas tarde, la misma mujer volvió a traerme otra bandeja con higos, pan y ensalada y un vaso con agua, me encontró acurrucada contra la pared, con el pelo revuelto y las manos sucias.

No la ataque.

Con miedo se acerco y me dejo la bandeja al lado recogiendo el reguero de antes.

- Come, me cortaran la cabeza si te dejo morir.
- ¿Así que tu morirás si no como?
- El príncipe vio algo en ti, para que te salve la vida, ¿Cuantos años tienes?.
- Diecisiete.
- El príncipe es bondadoso pero sigue siendo el hijo de su padre.

Se retiro en silencio con el rumor de su falda al rozar el piso polvoriento, y yo comí como nunca antes.

Al siguiente apareció con una gran palangana de agua y un vestido limpio, era mío, lo reconocí de inmediato.

- ¿De donde sacaste esto?
- Me lo entrego el príncipe.

Pero el no regresaba, y era mejor así.

Todos los días aquella mujer seguía cuidándome, trayéndome comida y ropa, no era mi amiga, pero me di cuenta que tampoco era mi enemiga, era otra esclava lo mismo que yo, pero ella al menos no estaba encadenada, cuando le pedí que me la quitara su respuesta fue muy sencilla.

- El príncipe no quiere que escapes.
- ¿Porque, que le importa si me encuentran?
- Le importa mucho.

Esa tarde, el príncipe volvió con una delicada llave en las manos, era la llave de mi cadena, se acerco a mi con confianza y me retiro la pesada cadena del tobillo arrugando la frente al ver la marca que me había dejado y me levanto con cuidado.

Sus ojos observaron los míos con intriga viendo que no era agresiva.

- Salgamos un rato.
- En verdad, no temes que escape.
- No podrías.
- Como lo sabes.
- No se, es solo un presentimiento.

Me dejo caminar adelante por el pasillo, subí las escaleras y llegamos al techo de la torre, guarnecida por hermosas almenas, tal como las recordaba.

- ¿Eres Samira, cierto?
- Si, aunque eso ya no tiene importancia.
- Por supuesto que lo tiene, no dejamos de ser lo que somos nunca, Yo soy Aben- Yussef.

Estaba confundida, aquel hombre me hablaba como si me conociera de toda la vida y no como la hija del enemigo, ¿qué pasaba? ¿Qué pretendía? ¿Por qué de repente deseaba que viniera a verme? ¿Por qué extrañaba sus ojos, si debía odiarlos con toda mi alma?

Aben se dedico a hablarme de su país y de las cosas hermosas que extrañaba y de cómo se había visto obligado a dejar sus libros para ir tras su padre en esta guerra que odiaba, me hablo de sus paisajes, extensas llanuras donde los caballos eran como la arena del mar.

Yo lo escuche con atención, hasta que por mi mente cruzo la una oscura idea...si lo empujaba caería y se rompería el cuello, y así le quitaría al invasor algo tan preciado como lo que me habían quitado a mi.

El príncipe estaba de espaldas a mí, un blanco perfecto... pero no pude, no pude hacerlo, tal vez él esperaba que lo hiciera.

- Regresemos.

Lo seguí en silencio, con una inmensas ganas de llorar, porque me sentía así.

- ¡Debo odiarlo es mi deber!

Al entrar de nuevo en la habitación de la torre la encontré muy diferente, había cortinas y tapices por todos lados, floreros y velones aromáticos, una gran tina de porcelana con cortinas y casi todas mis cosas, y dos mujeres que inclinaron la cabeza ante mi con un gesto que conocía muy bien.

- Espero que ahora te sientas mas cómoda.
- Gracias.
- Pero, no debes salir... si quieres seguir viviendo, fuera de esta torre no puedo protegerte.
- ¿Porque lo haces?
- Eso no te debe importar, por ahora.

Los vi irse en silencio, me senté sobre la cama y llore, llore mucho.

Al día siguiente, y casi todos los días el príncipe seguía volviendo hablándome de su país, de las cosas que le gustaba hacer, que le gustaba mas leer que pelear, lo que me pareció increíble teniendo en cuenta su aspecto de guerrero fiero, que le gustaba cazar, y domar caballos salvajes.

- ¿Acaso me comparas con un caballo salvaje?
- ¿Con un caballo? No, una yegua tal vez...

Y aunque debía molestarme su comentario, no lo hizo.

¿Me estaba domando?

Lamentablemente eso era posible, y me ardió el corazón con tanta fuerza que desee odiarlo, pero eso, a esas alturas ya era imposible.

Sin darme cuenta comencé a hablarle de mi, de mi infancia y de lo mucho que había amado a mi padre y a mi hermano, pero lo peor de todo era que ya no lo consideraba culpable de mi perdida, había entendido que no era su responsabilidad, que la espada asesina no había sido la suya, pero eso no significaba que dejara de odiar a su padre por lo que había sucedido, y el lo entendía.

Pasaron casi dos meses, mi existencia era mantenida en secreto por Aben y sus dos esclavas, una tarde me trajo flores y me dijo algo que hasta entonces no creí que me dolería.

- Me voy a casar.

El corazón me salto dentro del pecho, no había razón lógica para que sus palabras me ocasionaran tal dolor, no, no, no podía ser... que estuviera enamorada... de el.

Mis ojos se llenaron de lagrimas, oculte mi rostro tras mis manos y corrí hacia la ventana, en un instante lo sentí en mi espalda abrazándome con fuerza, era la primera vez que lo hacia.

- ¿Porque te casas?
- No pude evitarlo por mas tiempo...
- Y... yo... entonces...

Me giro y me acuno contra su pecho, el sonido de su corazón era pesado y lento, parecía que amenazaba con detenerse cuando sus palabras resonaron en mis oídos como campanas.

- Desearía que fuera contigo...

Llore amargamente mojando con mis lagrimas su túnica blanca, era imposible... imposible que el también sintiera lo mismo.

Pero así era.

Aben regreso a su país seguido por un gran numero de nobles que habían acudido a conocer el nuevo reino, su corazón y el mío no se conformarían con quedarse separados aunque ante los ojos del mundo fuera imposible, Nasira y Jomar me vistieron con sus ropas y las tres salimos junto con el séquito del príncipe rumbo a un país extraño y desconocido, al alejarme, le di un ultimo vistazo al palacio que me había visto correr de niña y me despedí de aquel paisaje por ultima vez.

Cruzamos el mar y pise nuevas tierras, tierras de arenas amarillas que me hirieron los talones, el palacio del príncipe parecía labrado por las manos de sus dioses, dorados, púrpuras y azules adornaban sus paredes con grandes murales que contaban hazañas de victorias y guerras lejanas.

De inmediato fui conducida a una habitación lejana por la que solo se accedía a través de un gran pasillo custodiado por dos guardias armados con sables, de no ser por el pestañeo de sus ojos hubiera creído que eran estatuas.

Nasira y Jomar me quitaron mis ropas de esclava y bañaron en una tina de oro y me colocaron un rico vestido bordado con piedras preciosas y plata, peinaron mi cabello con peines de nácar marino tejiendo cuatro trenzas que acomodaron a lado y lado de mi rostro hasta las rodillas.

Echaron sobre mi rostro un gran velo plateado que me cubría todo el cuerpo y lo ajustaron con una diadema de oro.

- ¿Para que es todo esto?
- Así lo quiere el príncipe.

Una hora después estaba de pie junto con una gran multitud en un gran salón donde el padre de Aben estaba sentado en un trono dorado con su hijo de pie a su lado quien parecía inquieto buscando algo o alguien entre la multitud.

Sonaron las trompetas lo que anunciaba la entrada de alguien importante, un gran camino se abrió entre la multitud cuando varias niñas con ricos vestidos entraron arrojando flores al suelo y detrás de ellas, una hermosa mujer de cabellos rojos y ojos verdes que caminaba con la cabeza adornada por una gran corona de perlas.

El rey se puso de pie y Aben lo siguió bajando las escaleras del trono, yo seguía inmóvil mirando desde primera fila todo lo que sucedía, el príncipe al verme me sonrió con ternura, mientras tomaba las manos de aquella mujer.

Podría haber dado mi vida para ser ella.

Pero definitivamente hay cosas que no pueden ser.

El rey comenzó a pronunciar unas palabras que reconocí sin remedio, era una ceremonia, una boda, los ojos de Aben no se separaban de mí en ningún momento, cuando juro amarla y tomarla por esposa sus palabras y sus miradas fueron completamente mías, cuando la beso en la frente no dejo de mirarme oculta detrás de mi velo plateado.

La nueva princesa inquieta y sabiendo que algo sucedía miro hacia atrás y fijo sus ojos en mi, giro la cabeza tan rápido hacia los ojos de su esposo que la corona callo de su cabeza y rodó por el suelo regando por el piso infinidad de perlas y piedras preciosas que nadie recogió.

Los dos caminaron de la mano por el pasillo en medio de los aplausos y la alegría de la gente que festejaron toda la noche con un banquete digno de tal acontecimiento.

Lejos, en mi habitación el rumor de la música llegaba como latigazos a un condenado, me deje caer en la cama llorando ocultando mis gritos de dolor entre los cojines, cuando lo sentí entrar.

Corrí hacia el y caí a sus pies.

- ¿Porque me hiciste ir a tu boda, no tienes corazón acaso?

Tomo mis manos y me levanto abrazándome tiernamente.

- Porque de alguna forma tenia que probarte que mis juramentos y mi amor serian solo para ti.

Desde entonces, se dice que el príncipe Aben tiene una esposa a la que ama mas que a la propia reina, una que no vive en el harem junto con las otras, una para que vive en una torre fortificada en el extremo norte del palacio.

Una que antes que cualquier otra, antes que la reina... le dará un heredero.

jueves, 24 de junio de 2010

Una foto mia.....


Aqui una foto para mia, para que sepan un poco mas de mi.

miércoles, 23 de junio de 2010

Proxima historia...


La proxima historia que publicare...sera una intrigante historia medieval, les dejo la imagen inspiradora para que se imaginen de que se tratara...

La imagen inspiradora....


Para esta segunda entrega de la primera historia, esta es la imagen inspiradora, desde el primer momento que vi este ramo de rosas rojas no pude evitar relacionarla con la historia de Alejandro y Valeria.

martes, 22 de junio de 2010

ROSAS Y DIAMANTES (Segunda parte)

UNA PAGINA QUE NO HABÍA CONSIDERADO...



¡Me parece increíble!

No, miento...

Era mas bien algo que había visto venir, pero a lo que inútilmente había cerrado los ojos, bajo la estúpida mirada de la ignorancia complaciente de la esposa que pretende o que al menos intenta pretender que desconoce... todo.

Ahora vivía en un pequeño departamento al centro de la cuidad, sin sirvientes, sin segundos pisos, sin ventanas de cristal labrado, sin pisos de mármol, pero aquella sencillez era mas que suficiente para una persona con mi sueldo.

En el trabajo me iba bien, había tomado unos cuantos casos y los había resuelto de forma brillante, según decía la gente, pero por otro lado...solo eran pretextos.

Al principio las revistas de farándula tomaron la iniciativa en publicitar mi separación con Alejandro, no pasaba un día sin que en alguna de ellas dijera algo sobre la noticia bomba del mes, pero ya después de casi dos años la cosa era territorio olvidado, a excepción por una que otra noticia de Alejandro... una modelo, una reina de belleza, y hasta una presentadora de noticiero con la que salía unas cuantas veces y después terminaba por desechar.

Ya era su costumbre.

Como era costumbre compararla conmigo en muchos aspectos, lo que después de un tiempo no me molesto en lo mas mínimo, es como si una gran coraza me cubriera el corazón, que irremediablemente seguía pensando en él.

Durante estos casi dos años el consorcio de Alejandro había crecido mucho, tenía bajo su manejo las finanzas de nuevas empresas que crecían bajo su asesoría, los titulares de las revistas económicas lo situaban como uno de los abogados jóvenes más influyentes del país y eso me alegraba mucho, hasta se llego a sonar como candidato para asesorara a la corte en un complicado caso.

El seguía triunfando y lejos de molestarme, me hacia feliz saberlo.

Se rumoraba posibilidades de divorcio, y uno que otro paparazzi seguía tomándome fotos al salir del trabajo, lo que trataba de ignorar, pero realmente ninguno de los dos estaba interesado en romper el vinculo con el otro, aunque no fuéramos capaces de aceptarlo.

En mas de una oportunidad mando a uno de sus abogados, socios preferiblemente a que trataran de razonar conmigo para que aceptara un apartamento nuevo y una pensión para que solventara mis necesidades básicas, por supuesto que la cantidad de aquella pensión era ridículamente superior a cualquier gasto que yo o cualquier mujer pudiera tener.

Cansada de dar la misma respuesta amable y cordial a sus enviados, todos conocidos míos y de el, les respondí finalmente:

  • Dígale al señor Maldonado que soy feliz con lo que ya me da.

Por supuesto que no entendieron nada, quedando confusos ante mi respuesta.

  • Pero Valeria estas rechazando... una gran suma.

  • Solo díganle eso.

Fue el único caso que los abogados de Maldonado y asociados. Perdió.

Sonara estúpido del todo, pero esperaba con ansiedad a que llegara el viernes para encontrar en mi puerta el inmenso ramo de rosas rojas que seguía mandándome, las tomaba del piso donde el mensajero las dejaba y las colocaba en un jarrón con agua sobre la mesa del comedor y las miraba largo rato, pensando en él hasta que las lagrimas terminaban por empañar mis ojos y me dejaba caer sobre la mesa ahogando un grito desesperado ocultando mi rostro entre mis manos.

Lo seguía amando, con todo mi ser, pero el no tenia porque enterarse, solo le rogaba a Dios que no me lo encontrara en algún juzgado o en la calle de la mano con otra, me hubiera desmoronado allí mismo.

Pero gracias a Dios eso no pasaba, era como si viviéramos en mundos diferentes, en el suyo y yo en el mío aunque la línea que nos separara fuera muy fina.

Aquella línea que yo misma había trazado y que Alejandro reforzaba con otra mas gruesa al frente.

El celular seguía sonando de vez en cuando, y la respuesta era la misma, la misma de siempre, hasta que un día... conteste, de eso hace casi un mes.

Era viernes, llegaba del trabajo muy tarde, como siempre tratando de ocuparme lo mas que pudiera para no tener tiempo libre y volver a pensar en el, junto a la puerta estaba el ramo de rosas rojas de siempre, lo tome entre mis brazos y abrí la puerta de aquella inmensa soledad que lo llenaba todo, encendí las luces y cambie las rosas viejas por las nuevas.

  • ¿Porque te es tan difícil... que yo sea la única en tu vida?

Me quede esperando sentada en la silla del comedor como si las flores fueran a contestarme, me levante a punto de llorar y me fui a mi habitación arrastrando a cuestas un amor que no podía soportar en silencio.

Me tire en la cama vestida, dejando el bolso aun lado cuando el celular sonó, me levante y mire el numero de Alejandro en la pantalla, mi corazón latía a mil como siempre que escuchaba su llamada.

Seria tan fácil.

Solo seria una palabra, y volveríamos a estar juntos.

Yo sabia porque lo haría... pero el sabia porque lo hacia, el sabia porque me buscaba, sabia porque me llamaba.

Eso deseaba saber yo.

Conteste la llamada y simplemente escuche.

  • ¿Valeria, me escuchas?

Mi corazón temblaba en medio del pecho, su voz, de nuevo su voz, como deseaba verlo de nuevo, abrazarlo, besarlo, pero no... no podía ceder a mi antigua vida de nuevo, no de aquella forma.

  • Valeria, se que me estas escuchando, solo quería saber como estabas y... Recordarte que pienso mucho en ti, me gustaría mucho verte, aunque solo fuera un momento... ¿Puedes?

Nos quedamos en silencio los dos, podía escuchar su respiración en el teléfono y tal vez él escuchaba la mía... pero no le conteste.

No podía.

Durante toda la noche tuve pesadillas en donde cosas malas le pasaban a Alejandro y termine despertando a las siete de la mañana como si no hubiera dormido nada.

En la mesa de noche el celular volvió a sonar, era Alejandro, de nuevo.

¿De nuevo?

¿Porque?

Volví a contestar, y escuche.

  • Valeria... Creo entenderte... y no te molestare mas... como rechazaste lo que te quería dar, haré lo que tu misma dijiste que te hacia feliz, creo entonces... que este es un adiós definitivo... estoy en el aeropuerto, voy a Barcelona a cerrar un contrato muy importante... ¡Deséame suerte!... es solo que por alguna razón me hubiera gustado verte antes de irme...

Las lagrimas inundaron mi rostro rápidamente como si estuviera bajo la lluvia.

  • ... Sé que no me vas a creer, pero te sigo amando.

Tome un gran trago de aire para hablarme para decirle que... yo también lo amaba, cuando escuche la llamada cortarse.

Mis manos temblaron como hojas al sentir como mi corazón se rompía de nuevo.

  • ¿Seria verdad, me amaba?

  • ¡Quiero creer!

Me bañe tan rápido como pude y me vestí con un sencillo vestido blanco de falda amplia y escote cuadrado adornado por una flor dorada y unas sandalias altas doradas, salí del apartamento dando un fuerte portazo, llegue al ascensor y las puertas se cerraban frente a mi rostro.

  • ¡Maldita sea!

Corrí por las escaleras y las baje tan rápido como pude, en la calle tome un taxi rumbo al aeropuerto.

Tenia que alcanzarlo.

Arrojarme sobre sus brazos y decirle que lo amaba.

Darnos una oportunidad.

Una ultima oportunidad

Me baje corriendo cuando llegamos al aeropuerto dejando al conductor con el vuelto del billete con el que le había pagado, corrí por los pasillos desesperada hasta el puente internacional chocándome muchas veces con otras personas.

Vi en la inmensa pantalla de plasma del puente que el vuelo a Barcelona estaba abordando, y aun estaba lejos.

Seguí derecho subiendo un grupo de escaleras cuando vi el reflejo rubio de su cabello cuando pasaba la puerta de abordaje entregándole a la azafata el boleto, y desaparecer.

Un amargo golpe asesto en medio de mi pecho, como si una gran bola de demolición me destruyera el alma dentro del cuerpo, cuando llegue me quede de pie frente a la gran ventana de cristal viendo como el avión carreteaba y se ubicaba en la pista.

Se había ido.

Bajo la mirada de algunos curiosos que me habían visto correr por los pasillos regrese por el mismo camino con pasos lentos y pesados, tome otro taxi y regrese a mi casa.

Un vacío indescriptible me asechaba en cada centímetro de aquel lugar, pense que estaba acostumbrada a esa sensación pero era mentira, de nuevo me sentía desolada y abandonada, como si no tuviera razón en el mundo para seguir aparentando una fortaleza que no existía, un valor que había perdido desde hacia mucho.

Y en silencio de nuevo llore.

Inicie la semana trabajando duro, tomando mas de un caso a la vez para regresar tan cansada y caer rendida y no pensar en nada, el viernes de la siguiente semana encontré un nuevo ramo de rosas rojas al regresar del trabajo y lo agradecí mas que cualquier otro... seguía pensando en mi.

Y al día siguiente, al abrir la puerta encontré un sobre blanco.

Mire a lo largo del pasillo, y no vi a nadie.

Recogí el sobre y entre...

Me quede de pie en medio de la sala sin saber que hacer, confundida, me deje caer pesadamente en el sofá y abrí el sobre, en el solo encontré una pagina en blanco que decía:

  • “De alguien que te ama y quisiera estar en tu vida”

Como todos los viernes recibía las rosas de Alejandro y en el transcurso de la semana la carta del extraño, de aquel desconocido que decía amarme en silencio.

Me entere por Melissa que Alejandro había regresado trayendo en el bolsillo un contrato millonario con una empresa española y casi una semana después... me entere por el noticiero que lo habían visto con la nueva presentadora de farándula del canal más importante del país y lo peor...que vivían juntos.

Apague el televisor y tire el control contra el piso con rabia y decepción.

  • “Porque no se muere de una vez lo que siento por ti”

Y decidí no volver a llorar por él.

Aunque no pudiera dejar de amarlo.

Las cartas de mi admirador secreto llegaban todas las semanas, eran cartas de amor, de una belleza tan sublime y tan sinceras que a veces me hacían desear que Alejandro me amara con aquella adoración que decía sentir por mí aquel extraño que había llegado a mi vida de alguna forma imprevista.

  • “Es tan difícil verte, y no poder acercarme, quisiera hacerme invisible para estará a tu lado sin que te dieras cuenta”

  • “Solo puedo pensar en ti, solo puedo soñar contigo, nadie mas ocupa mi corazón”

Quien podría decir que me amaba de esa manera y no conocerme, la idea era casi imposible de aceptar, pero aquellas cartas aunque fueran de un desconocido eran hermosas, muy hermosas.

Al día siguiente por la tarde al doblar un pasillo de un centro comercial me encontré con Alejandro, hacia meses que no lo veia y ambos nos sorprendimos mucho, fue como ver a un fantasma, me quede inmóvil por un momento y trate de seguir de largo, hasta que su mano tomo la mía con fuerza deteniéndome.

  • ¡Deseaba verte!

  • Me tengo que ir, Alejandro.

  • ¡No, esta vez me tendrás que escuchar, solo puedo pensar en ti, solo puedo soñar contigo, nadie mas ocupa mi corazón... aunque mis acciones te digan lo contrario.

Creo que me quede totalmente pálida cuando lo escuche decir aquellas palabras, me safé de su mano como pude y seguí de largo hasta sentarme en una banca de hierro forjado en una zona verde del centro comercial.

Lo sentí sentarse a mi lado, y mirarme en silencio.

  • ¿Eras tu? ¡Las cartas eran tuyas!

  • Intento olvidarte, sacarte de mi corazón pero no puedo, no puedo hacerlo... de alguna forma tenia que estar cerca de ti.

  • ¡No quiero oírte!

Sentí sus brazos alrededor mío, con aquella calidez que recordaba tanto, y de nuevo lo sentí sincero, sabia que no me mentía, sabia en mi corazón que decía la verdad... ¿Como era posible que sus acciones distaran tanto de la realidad?

  • No he podido hacer que me odies.

Levante la cabeza aun mas confundida y vi su rostro mirar inexpresivo el cielo.

  • ¿Que?

  • Porque si me odiabas, si me sacabas de tu corazón seria mas fácil para mi aceptar que bajo ninguna circunstancia me aceptarais de nuevo.


Alejandro me observo en silencio retirando con sus dedos las lagrimas que recorrían mi rostro, me apretó fuerte contra su pecho y me beso hasta que mis lagrimas llegaron hasta sus labios.

Esa noche, aunque seguía siendo su esposa, fui la otra, yo fui la otra, la que se robaba a Alejandro de su casa, de aquella mansión de ensueño, la culpable de que ella, la que ahora vivía en la que una vez fue mi pequeño palacio se quedara esperándolo casi todas las noches.

Desde entonces, Alejandro me visita casi a diario, por las noches después que sale del trabajo, algunas veces se queda conmigo, otras no.

Me había convertido en la otra.

Y era feliz.

Alejandro termino por aceptar el cargo de consultor de la corte suprema dividiendo su tiempo en la oficina y otras tantas veces en la corte.

En mas de una ocasión las personas se quedaban confundidas cuando lo veían entrar a el, una figura publica del país, sin escoltas... a un barrio del centro y entrar en sencillo edificio de apartamentos.

Yo, la esposa, y la otra al mismo tiempo.

Pronto se rumoro que el gran abogado Alejandro Maldonado sostenía un nuevo romance con una joven abogada de una empresa inmobiliaria...pero la gran sorpresa se la llevaron los periodistas cuando averiguaron que la supuesta amante...era Valeria Alcázar...de Maldonado.

Alejandro no dejo a la dejo y yo tampoco se lo exigí, ella allá en la mansión, disfrutando de las joyas, del prestigio, de los lujos, de los sirvientes y de la vida fácil veia con ira como su gran triunfo económico y su felicidad se empañada por culpa de una mujer que vivía en un sencillo apartamento en el centro, que no vestía de diseñador, ni se hacia peinar de los mejores estilistas, una mujer que se robaba a su marido casi todas las noches, aunque el termino de ladrona no fuera el mas indicado para mi.

Mucha gente me juzga como una loca, dicen que no tengo amor propio al no exigirle nada mas a Alejandro, al vivir de aquella forma, pero ellos no saben porque lo hago, nadie lo sabe.

Sin embargo tratare de explicarlo con el animo no de justificarme, sino con el ferviente deseo de ser comprendida... Alejandro no cambiaría, eso lo supe desde siempre, y no cambiara en ningún momento, como no cambiara en mi el hecho de que yo lo ame mas que a mi vida.

Entonces, si su instinto de cazador es tan fuerte, yo le proporcionaría, en nombre de ese amor lo que él quería, una amante.

Yo seria su amante entonces, su esposa y su amante.

Y aunque suene raro... teniéndolo de esa forma soy feliz, así siento que me pertenece mas que cuando era yo la que vivía en su casa.

Hoy, precisamente hoy lo espero, he llegado del trabajo, hice la cena evitando el olor de cebolla a toda costa, puse velas en la mesa del comedor y coloque sus rosas en agua, como siempre...

Me asome en el balcón y a lo lejos veo asomar su carro por la esquina.

Hoy es viernes, pero no uno como cualquier otro.

Me ha llamado insistentemente todo el día al celular interrumpiéndome en el trabajo e interrumpiendo el de el, con la misma pregunta, formulándola de diferentes maneras para hacerme confesar como todo buen abogado.

En ultimas ha intentado negociar, me ha ofrecido rosas, diamantes, un viaje nosotros solos a las islas griegas... en fin... todo lo que su dinero podría comprar para que conteste a su pregunta que afirma le quema el corazón desde hace dos días.

Y siempre le he dicho lo mismo.

  • Nada de lo que pudieras darme... te dará la respuesta.

Desde el balcón lo vi llegar, sus ojos verdes fulguraban con un brillo chispeante cuando bajo del carro y me vio esperándolo en el balcón, una gran sonrisa cruzo por su rostro y entro al edificio.

Toco el timbre varias veces antes de que abriera la puerta, cuando estuvo frente a mi me tomo de la cintura y me elevo hasta sus labios para besarme, cuando me bajo me sentí mareada de nuevo... me tambalee... sus brazos me sostuvieron casi temblando igual que yo.

  • ¡Es cierto, dime por favor que es verdad!

  • Sí, es verdad.

  • ¿Cuanto?

  • Cuatro semanas.

sábado, 19 de junio de 2010

El lunes...

Para el lunes, segunda parte de ROSAS Y DIAMANTES a solicitud de mis estudiantes, para ellos, dedico esta segunda parte de un cuento que originalmente terminaba alli.

miércoles, 16 de junio de 2010

La imagen inspiradora de esta historia.


Esta es la imagen que inspiro la historia numero 1, ROSAS Y DIAMANTES, espero que les guste a ustedes tanto leerla como me gusto a mi escribirla.

lunes, 14 de junio de 2010

ROSAS Y DIAMANTES. Historia N° 1

No se sin soy una mala persona o no... hasta yo misma tengo mis dudas.

Cuando desperté Alejandro ya no estaba conmigo, nuevamente se había ido al trabajo sin despedirse de mi, el trabajo, aquella oficina de abogados que nos permitía sostener el nivel de vida que llevábamos, los carros, la lujosa mansión, las joyas...el dinero...el club...todo.

Corrí por los pasillos y baje las escaleras a toda prisa hasta el jardín, demasiado tarde, el brillante auto deportivo de mi esposo ya atravesaba la reja, me quede de pie en los escalones, tiesa y fría al darme cuenta que Alejandro había olvidado mi cumpleaños por primera vez.

Sentí que las rodillas me temblaron cuando entre de nuevo sintiendo en la espalda la brisa fría de la mañana que me agitaba el pelo, subí las escaleras sin prisas esta vez hasta la habitación sintiéndome vacía e incomprendida, tome su foto de la mesa de noche y examine su rostro, seguía siendo el mismo, con sus inmensos ojos verdes y esa expresión incrédula en las cejas de siempre, pero su alma, esa no seguía siendo la misma.Y al parecer solo yo lo notaba.

Un hermoso paquete cuadrado llamo mi atención detrás de la foto que acababa de levantar, era un pequeño cofresito con una nota en un delicado papel rosa:

De: Alejandro, Para: Valeria."Lamento irme asi...una junta imprevista, cenaremos en la noche, donde tu quieras, Feliz Cumpleaños"

Arranque la nota y la estruje entre mis dedos con rabia, abrí la cajita y me encontré con un gran anillo de diamantes, mire el brillo de las piedras a la luz de la ventana unos momentos, y lo coloque en mi dedo anular sobre otro que me había regalado el mes pasado.Me deje caer sentada sobre la cama y me lleve las manos a la cara a punto de llorar.

- ¡Tengo que saberlo!

La frase se repetía en mi mente vez tras vez...Me bañe y me vestí rápidamente, una falda negra, una blusa blanca y nos tacones altísimos y salí rumbo a la oficina de Alejandro, en el camino solo podía pensar en una cosa mas que en la carretera misma, mas que en estrellarme en el carro nuevo, mas que en cuidar que no me multaran por ecceso de velocidad.

- ¡Que no sea cierto!

Llegue y la recepcionista que me conocía me saludo con una amplia sonrisa, ella al igual que yo no había nacido en cuna de oro y conocía de los rigores de un trabajo exigente y pesado, como yo misma en el pasado.Seguí de largo, hasta su oficina, aun era muy temprano y habían llegado pocos empleados, el ascensor estaba tan lento...aprecia flotar en un tiempo distante para alargar mas mi agonía, cuando las dos hojas se abrieron recorrí el inmenso pasillo hasta su oficina, entre sin llamar.

Y allí estaba ella.

Alta, rubia, delgadisima y hermosa, pasando sus dedos por la solapa de la chaqueta de Alejandro de una forma bastante obvia, a punto de besarlo.Sentí que mi corazón se detuvo un instante, Alejandro me traicionaba...con su secretaria.No dije nada, di media vuelta y salí de la oficina tratando de mantener la compostura, sintiendo los pesados pasos de Alejandro tras de mi hasta que me alcanzaron tomándome del brazo.

Deteniéndome en seco frente al ascensor.

- ¡Podrías calmarte!

Me quede helada.Esperaba al menos, que se disculpara, que mintiera de forma descarada, que me tratara de engañar con dulces palabras, pero no lo único que quería era que nadie se diera cuenta de lo que había pasado.

- ¡Déjame!

Le dije tratando se safarme de su mano, grande y pesada para mi delgado brazo.

- Eso es lo que ella quiere pero le he dicho que no.

El ascensor se abrió y entre en el a toda prisa oprimiendo el botón de bajar con desesperación, vi sus ojos fríos y sus cejas fruncidas hasta que las dos hojas se cerraron.Escuche un golpe seco en la puerta del ascensor y una sarta de groserías cuando comencé a bajar.

En el estacionamiento ubique mi carro rápidamente y me subí tratando de controlar mi respiración.

- ¡Era verdad!

Y lo peor de todo es que era mi cumpleaños...bonito regalo me había dado mi esposo.Salí rápidamente del estacionamiento haciendo chirriar los neumáticos, saliendo directo a la carretera pensando en como había podido pasar todo esto.

Aun lo recuerdo como si fuera ayer.Era una gran fiesta y una amiga nos había presentado, para ese entonces yo era solamente una jovencita recién graduada de la escuela de leyes y el en cambio ya era un abogado consagrado, aunque solo me aventajaba en cinco años.Cinco años en los que aquel joven de buena familia había hecho su propia fortuna independiente a la gran herencia de sus padres.

De inmediato me pareció encantador, todo un caballero.Con solo sentir su mirada y sus palabras en mi oídos cuando bailamos me sentí presa de sus ojos, de su encanto misterioso que se apoderaba de mi alma...Ahora lo comprendía todo.

- ¡Como pude ser tan tonta!

Un inmenso escalofrío me azoto la espalda con crueldad, fue entonces como si mi espíritu se hubiera separado de mi cuerpo cuando comencé a ver lo evidente, lo que mis ojos se habían negado a entender desde el mismo día que me enamore perdidamente de el.

Las miradas furtivas a otras mujeres incluso en mi presencia...incluso no...siempre en mi presencia.

Ese arrebato de cólera cuando veia que tenia su celular en las manos.

Las llamadas extrañas muy tarde por la noche...

Los regalos... innumerables y constantes joyas de casas exclusivas.Todo tenia una razón.Y no era ella, eran... muchas, ELLAS.

Sus llegadas a la madrugada, las salidas de negocios los fines de semana, su ausencia...cada vez mas frecuente, ese sueño pesado que mantenía con pesadillas donde llamaba a otras...

Y por supuesto yo callaba todo, prefería ignorarlo, hacerme la desentendida siempre y cuando siguiera amándome, siempre que siguiera volviendo a casa, conmigo.La foto de la hermosa pelirroja que encontré en su celular la otra noche cuando dormía...Las cuentas bancarias paralelas , aquella tarjeta de crédito secreta...

Pero yo seguía en silencio, sufriendo por dentro, esperando, a que algo pasara, o a que yo misma tuviera el valor.Sus besos no eran solo míos, sus caricias eran compartidas, y yo parecía dispuesta a soportar aquello por amor, y aun no estoy segura de si quiero renunciar a el.

¡No quiero perderlo!

Es la verdad, me había hecho adicta a su poco amor que pense que sin el, podría morir.

Y... muero.

Llegue a mi casa y me quede sentada en el balcón...esperando.Vi como el atardecer caía sobre el horizonte mientras las hortensias del jardín comenzaban a marchitarse cuando el carro de Alejandro asomo la nariz por la reja principal, lo vi bajarse con la chaqueta en el brazo y el portafolios en la otra como de costumbre, lo amaba y lo seguiría amando me hiciera lo que me hiciera, pero el no tenia porque saberlo.

Alejandro me vio con sus ojos cristalinos desde abajo y entro.

Esa era la realidad, lo amaba y lo seguiría amando me hiciera lo que me hiciera...Sentí sus pasos en el pasillo, y a mi me parecieron gloriosos, pero eso de ahora en adelante solo seria parte de mis secretos, nunca mas volvería a ver el amor que sentía por el en mis ojos, tenia que ser fuerte de ahora en adelante, aunque me estuviera muriendo por dentro.

Tuvimos una gran discusión...Todo el servicio nos escuchaba...

- ¡Nunca te quejaste!

Fue lo que mas me hirió cuando lo escuche salir de sus labios, ni siquiera me dolió cuando me confeso todo.

-¡Eras mas feliz cuando lo ignorabas!

- ¡Nunca lo ignore!

Le grite con las manos en la cabeza.

- ¡Pero...te amo, Valeria!

Y sonaba tan real...Completamente seguro de lo que decía, Pero...

Esa noche Alejandro durmió a mi lado, abrazado a mi cintura con fuerza, con los ojos húmedos y el latido del corazón pesaroso en mitad del pecho.Antes del amanecer me deslice con cuidado y empaque unas pocas cosas, solo fue una maleta, atrás deje los vestidos de diseñador, el maquillaje costoso, los zapatos de miles de dólares, y el gran cofre lleno de joyas que me había regalado con el pasar de los años, las tarjetas de crédito y el ultimo anillo que me había regalado.Pedí un taxi y salí de la mansión sin mirar atrás...

- ¡Hoy serás tu el que te quedes solo!

Una amiga me acogió un tiempo hasta que conseguí trabajo como abogada en una empresa que recién surgía, Alejandro me llamaba constantemente, intentaba que nos viéramos, pero todo lo que obtuvo de mi fue...silencio.

Pronto dejo de buscarme y preguntar por mi como antes, pero nunca dejaba de hacerlo por completo, de vez en cuando Melissa me decía:

- ¡Alejandro me ha preguntado por ti!

Y yo de una vez, le preguntaba como lo había visto, en donde, y si veia sinceridad en sus ojos, de vez en cuando escuchaba el celular sonar y era el...simplemente me quedaba escuchando el teléfono sonar en mi mano y no le contestaba, porque sabia que tan pronto como escuchara de nuevo su voz...estaría perdida y de vuelta en su casa.

Después de casi tres meses de separación mi mejor amiga Melissa me convenció de que saliéramos con otras amigas a una discoteca que recién inauguraban, de plano rechace la invitación pero después de pensarlo...acepte.

Me arregle como antes... me coloque un delicado vestido gris perla largo hasta la rodilla de escote cuadrado sin tirantes, muy ceñido al cuerpo y un prendedor en tela de organza con forma de rosa en el lado izquierdo del escote, y unos tacones altos.

El lugar estaba llenisismo, casi a reventar y el espectáculo de las luces y la música era casi enloquecedor... nos sentamos y pedimos unos cócteles.Melissa se puso pálida de repente.

- ¿Que pasa, viste a un fantasma?

- Mmmmmm...

Voltee a mirar siguiendo los ojos de mi amiga, cuando de pronto sentí sus manos sujetando las mías sobre la mesa bajo la mirada nerviosa de las demás.

- ¡No mires!

- ¿Porqué?

Gire la cabeza tan rápido como pude hasta encontrarme con el brillo dorado del cabello de Alejandro bajo las luces de la discoteca mientras besaba a una morena de cabellos negros en mitas de la pista.Me quede tiesa.

Pero... no era nada extraño después de todo.

Me levante de la silla cuando sus ojos se chocaron con los míos, soltando bruscamente a la mujer que casi se cae al piso, me abrí paso entre la gente y salí hasta el estacionamiento, una mano blanca y grande cerro bruscamente la puerta del carro para no dejarme subir, era el.

- Valeria, no te veia hace...meses, ¿Estas bien?... no contestas mis llamadas... había intentado comunicarme contigo de diferentes maneras pero...Sin voltear a mirarlo le conteste.

- ¡Me tengo que ir!

Retiró la mano de la puerta del carro y salí disparada delante de sus narices.

Desde entonces Alejandro me manda una vez por semana un ramo de rosas rojas a mi apartamento y de vez en cuando mi celular timbra con su nombre en la pantalla, pero el ya sabe mi respuesta.Aunque no la entienda.Para mi es muy sencillo todo, ahora que ha pasado un año.

Sigo tan enamorada de Alejandro como siempre, tal vez,

Mas que nunca,

Mas que al principio,

Pero no puedo soportar la incertidumbre de tener a un hombre que nunca me pertenecerá por completo aunque sea su esposa, la sensación de que su corazón no es tan mío como lo es el que yo guardo en mi pecho, no puedo volver a cerrar los ojos ante una realidad tan triste, aunque lo ame.Y el por su parte, no puede cambiar, y no lo hará.

Aunque quiera hacerlo para recuperarme.

El no cambiara...Aunque también el me ame.

Tanto o mas que yo.

Autora: Divisley Vertel.

domingo, 13 de junio de 2010

Y EN EL COMIENZO.....

Se que en muy pocas oportunidades nos detenemos a observar, sentir y analizar lo que sucede a nuestro alrededor, sencillamente vamos por el mundo, asi....sin fijarnos en nada, perdiendonos tardes hermosas donde el sol se pone con sus hermosos colores, o una mañana lluviosa cundo las gotas se resbalan por el cristal de tu ventana.

Eso sucede.

Pero gracias a que existen esos detalles de la vida que a muchos les parecen efimeros , existe la verdadera magia, si, la verdadera.

No les hablo de sacar un conejo del sombrero ni mucho menos, les hablo de la magia de las cosas diarias, de lo que sucede, de alli tomo mi inspiracion.

Mi inspiracion para escribir puede ser algo tan sencillo un dia y al dia siguiente muy complejo, todo varia...sin embargo...cuando algunos de esos destellos de inspiracion llega a mis ojos, tengo que escribir, es esta la verdadera razon por la que cree este blog.

Para compartir historias que nacen de algun detalle, de una hoja que cae, de una flor que ha sido dejada olvidada despues de una fiesta, las historias, cuantos o relatos que escribire aqui llegan a mi mente de tal forma, con tanta behemencia que si no lo hago....amanazan con hacer explotar mi cabeza.

Asi, que no tengo mas opcion.

Espero que estas Grandes Historias cosrtas les gusten, y que produscan tanto en ustedes como lo hicieron conmigo cuando las escribi.

att: Divisley.