Algunas veces no crees en las cosas hasta que estas te atropellan, y de la peor manera, sin embargo eso no significa que ahora promueva creer en los famosos mitos urbanos, pero de vez en cuando es bueno albergar las dudas.
No quiero comenzar con:
“todo comenzó cuando...”
No, no es mi estilo, y creo que no lo será nunca, simplemente contare lo que paso recordando en mi memoria los nombres pero cambiándolos en la realidad, cosa que muchos me agradecerán, especialmente algunas personalidades publicas y una que otra modelito.
No puedo evitar reírme, pero no lo hago con cinismo.
Aunque quieran pensar que es así, simplemente me asombro de cómo infinidad de cosas pueden estar pasando a nuestro alrededor y nosotros hacer el papel de ignorantes, ignorantes, algunos contentos, otros conformes.
Escuche por accidente una de esas conversaciones donde un tipo se gloría de su ultima aventura, de lo linda que era, incluso mencionando detalles que rayaban en lo claramente explícito, teniendo en cuenta que hablaban en el baño de la oficina.
Soy despreciable, pero nunca he llegado hasta ese punto.
Salí del cubículo cuando se habían ido, me lave las manos y encendí el modrno secador de manos recordando casi un año después como había comenzado todo y como camine por un sendero de vidrios sin importarme en lo mas mínimo, y aunque no fue de forma literal el dolor si fue el mismo.
Estaba trabajando, daba los últimos toques al plano de la casa modelo de la nueva urbanización cuando mi celular comenzó a vibrar en el escritorio, lo abrí y mire en la pantalla el numero... pero no había numero, era uno de esos números privados que no parecen en el identificador.
Contesté.
- ¿Aló?
- Hola Esteban.
La voz era dulce y extrañamente familiar, como si me conociera de toda la vida, como si hablara con un amigo.
- ¿Quién habla?
- Eso depende.
- ¿Depende de que?, Sabe algo... estoy trabajando y estos jueguitos no me gustan así que búsquese otro id...
- Calma Esteban, me habían dicho que ante todo eras un caballero.
Me quede en silencio, sentí tres surcos en la frente preguntándome en que consistía aquella extraña llamada.
- ¿Ya revisaste tu correo?
- Lamento no poder seguir con su juego señorita, estoy trabajando.
- ¿No lo harás?, Solo por curiosidad... ¿Ya revisaste los sobres acumulados sobre tu escritorio?
Alargue la mano y revolví los sobres no había nada fuera de lo común, me sentí un perfecto idiota haciendo lo que una desconocida sin ocupación aparente me ordenaba por el celular.
- ¿Y que se supone que debo encontrar?
- Un sobre blanco.
Casi se me congela el corazón cuando efectivamente encontré el sobre blanco en el fondo de la bandeja, lo tome y con el me puse de pie observando las caras de mis compañeros en los otros puestos de trabajo, todos estaban como hipnotizados frente a los computadores con el reflejo azul de la luz en las pupilas y el inconfundible sonido de las teclas al ser pisadas por los ágiles dedos de una que otra que si sabia digitar.
- ¿De que se trata todo esto, es una extorsión o que?
Escuche su risa al otro lado de la línea como si estuviera riéndose detrás de mí.
- Tienes que ser un poco mas creativo Esteban o me decepcionaras, me imagino que estas de pie frente a tu escritorio observando el rostro de tus compañeras de trabajo, pero ninguna esta hablando por celular, ¿Me equivoco?
- No.
- Seguramente también estas mirando quien falta en los cubiculos para sacar por defecto a la persona que te llama, ¿Me equivoco de nuevo?
- No.
- Eso pense.
Me senté con cuidado con el sobre en la mano derecha escuchando su respiración terriblemente tranquila.
- ¡Abre el sobre! ¿No tienes curiosidad?
- Antes que curioso soy prudente.
- Precisamente por eso te elegí, en todo caso, eres libre de hacerlo.
- ¿De que se trata esto?
Había colgado.
Me quede como una estatua con el celular en la mano, definitivamente aquello había sido extraño, observe el sobre no tenia remitente, pero en cambio si tenia mi nombre muy claro impreso en una tira de papel donde se especificaba la oficina y la dependencia.
Encendí la lampara de lectura y lo mire a contraluz.
- Al menos no tiene ántrax.
Pense.
Lo abrí con un abrecartas y de el callo sobre el escritorio una tarjeta plateada, con una gran estrella negra en el centro, tome la tarjeta y la voltee, tenia mi nombre completo impreso en lo que parecía ser un papel finisimo y caro, además tenia una dirección y debajo la leyenda:
Entrada V.I.P
Mi mente viajó como un rayo por las calles de Bogotá reconociendo el lugar, norte, muy al norte, e increíblemente no muy lejos de mi apartamento, lo pense unos momentos y tire la tarjeta en el ultimo rincón de mi escritorio y seguí trabajando.
Pararon los días y aquella tarjeta parecía una alegoría del Corazón Delator de Edgar Allan Poe, palpitando, rechinado dentro del escritorio, entre veces llamándome y pronunciando mi nombre acusándome de cobarde.
Porque dejaría que una llamada y un simple pedazo de papel me robaran la tranquilidad, mi cultura y mi formación no me lo permitían, así que seguí ignorándolo todo, hasta el viernes.
El viernes... ese día había quedado de salir con Alexia, mi novia, y por lo general aquellas salidas terminaban convirtiéndose en todo el fin de semana, teniendo en cuenta que su trabajo y el mío no nos permitían vernos en semana.
Deseaba como un loco verla de nuevo, pero aquella estrella negra estaba amenazando por acabar con mi cordura si no hacia nada al respecto.
Así que cometí mi primer error.
Llame a Alexia y cancele nuestra cita de todos los viernes, ¿Cómo había podido hacer eso?
Ella en su infinita comprensión se trago entero el cuento del seminario en la oficina.
¿De me donde salieron las palabras?
No lo sé, pero fluyeron de una forma tan natural que al colgar el teléfono me sentí miserable, irónicamente no me sentía así por mentirle a ella, no, no me sentí mal por mentirle al alma más pura que había conocido hasta el momento, sino por dejarme llevar por aquel sentimiento tan infantil y ciego como es la curiosidad.
Tal y como la sinuosa voz del teléfono había dicho.
Eran las diez de la noche y estaba frente a una elegante verja de hierro forjado con tres gorilones en la entrada, cada uno media como dos metros, estaban uniformados, usaban intercomunicadores y era obvio que lo que había debajo de esos sacos hechos a la medida no eran de juguete.
Subí por una rampa y me detuve frente a ellos apagando las luces del carro, uno de ellos se acerco, baje el cristal y para no parecer un adolescente ridículo solamente le entregue la tarjeta, el hombre la tomó y fue con sus dos compañeros, lo vi ponerse la mano en el oído y pronunciar mi nombre, saco de su bolsillo una extraña linterna y proyecto una luz morada sobre la tarjeta, al parecer leía un código y lo dictaba numero por numero.
Tenia las manos sobre el volante, consideraba la posibilidad de dar marcha atrás y salir de aquel extraño lugar, pero nuevamente la curiosidad podía mas que la lógica que me gritaba como una mujer histérica que nada bueno podía estar pasando mas allá de aquellas puertas.
O tal vez algo tan bueno que resultaba siendo malo.
El hombre que me había recibido me indico con un gesto.
- Bienvenido.
Deje el carro parqueado en uno de los pocos espacios libres que había en el inmenso jardín frente a una mansión del más puro estilo republicano, en el centro el repiquetear del agua en la fuente solo podía confirmar mis sospechas, desvíe los ojos hacia los demás autos, Maceratti, Ferrari, Mercedes...
Respire profundamente y seguí el sendero empedrado a lo lejos detrás de los muros de la casa se oía lo que parecía ser el vibrante sonido de la música, camine por el empedrado con las manos en los bolsillos, subí las escaleras y hasta encontrarme con otro par de gorilas, esta vez no se preocupaban por ocultar sus armas.
- ¿En donde me estoy metiendo?
Las puertas se abrieron y entre a un salón inmenso lleno de gente en elegantes sillones blancos, las lamparas de cristal que colgaban a lado y lado del techo reflejaban en las paredes las luces proyectadas desde un complejo sistema robotico.
Regados por todo el lugar bajaban desde el techo relucientes tubos plateados donde chicas asiáticas bailaban haciendo piruetas de gimnasta olímpica, desde la parte más alta y casi sobre la tarima central caía un delicado columpio donde una mujer menuda y delgada se mecía recorriendo casi todo el lugar sin ningún tipo de protección.
Al fondo emergía una gran escalera que comunicaba el salón con el segundo piso el cual era mas bien una especie de balcón desde donde mas gente observaba el espectáculo, a ambos lados de la escalera caían don inmensas telas púrpuras desde donde dos hermosas acróbatas se deslizaban como gusanos.
En el centro de aquel salón había una especie de tarima pequeña donde una rubia delgadisima con los zapatos más extraños del mundo cantaba en vivo la canción de moda en las discotecas, no podía ser una imitadora, ella la autentica.
- Ni siquiera sabia que estaba en el país.
- Y no tiene porque saberse, es un espectáculo privado.
Me dijo una voz sibilante detrás de mí, voltee y era una hermosa pelirroja con un uniforme de mucama francesa brindándome una copa de vino de la bandeja que sostenía.
- ¿Es nuevo?
- Sí.
¿A que se refería?
Minutos después estaba con una copa de vino tinto en la mano derecha y en la izquierda llevaba un extraño control remoto y estaba sentado en un sofa blanco a un lado del salón, a mi lado reconocía al director del banco estatal, mas adelante el jefe de la subdivisión de crímenes especiales de la policía, y casi diagonal estaba nada mas y nada menos que el gerente de la empresa de bebidas mas prosperas del país, todos ellos personalidades fácilmente reconocibles.
¿Y yo quien era para estar en aquel lugar?
A mi lado se sentaron un par de árabes con su traje tradicional blanco.
- ¿Esperando la subasta?
- Sí... por supuesto.
No diría otra cosa, al menos no parecería un idiota.
Comencé a hablar con aquellos desconocidos rápidamente como si fuéramos amigos de toda la vida, la cantante concluyo su espectáculo y de forma automática la música siguió por un conocido disk jockey.
De las escaleras bajo una elegante dama vestida de negro, una señora para ser mas precisos anunciando el inicio del espectáculo central, las luces se hicieron mas tenues, bajo las escaleras una preciosa mujer en un interesante biquini plateado que usaba muchos collares de perlas que le cubrían el torso.
¡Es la del calendario... mi hermano lo compró la semana pasada!
El corazón se me acelero de inmediato, no podía creerlo, los hombres a mí alrededor presionaban botones en el control remoto, me quede observando los colores sin saber que hacer.
Los árabes dijeron algo en su lengua y se rieron estrepitosamente, la segunda en bajar era actriz, como no reconocerla si mi madre moría por ver el final de la telenovela, la tercera era presentadora de farándula, modelo, y otras que no eran figuras publicas pero si las reconocida como miembros de la alta sociedad, la hija de... la sobrina de... la prima de... la hermanita del...
- ¡Por Dios santo!
No pude decir nada mas, el estomago se me revolvió de puro espanto y cuando estaba a punto de ponerme de pie e irme, por todas las implicaciones que estar en aquel lugar traía consigo una mano fría y delgada se apoyo en mi hombro.
- ¿Algo que te guste?
Esa voz...
Me miro y siguió de largo, esa voz era la de aquella extraña llamada, me levante y la seguí, seguí entre la gente su largo cabello negro sobre su espalda descubierta, siguiendo como un condenado el ondeante movimiento de su vestido rojo.
Subimos las escalera hasta otro salón donde solo habían unos pocos que hablaban en sofás blancos, atendidos por bellísimas mujeres, la desconocida se sentó en el único sofá libre que había llamándome con la mirada.
- ¿Que sigue ahora?
Le pregunte sentándome a su lado observando sus delicados ojos color esmeralda.
- Sinceramente pense que ya no vendrías Esteban.
- ¿Cómo sabes nombre?
- Eso realmente no es lo importante aquí.
- ¿Que lo es entonces?
- No seas impaciente... disfruta la fiesta.
- Soy de pocas fiestas.
- Eso es una gran mentira, y si mientes aquí estarás en grave peligro.
- ¿Peligro?
Me miro con intriga, buscando algo en mis ojos, midiendo mis reacciones.
- Lo que sucede aquí no sale nunca de aquí, ¿Entiendes?
- Y si no fuera así.
- Nos encargaríamos personalmente de que fuera silenciado aquel que quebrante las reglas.
- ¿Reglas?
Fue entonces cuando todo se me explico.
En aquel lugar se desidia el destino del país, se montaban gobernantes y se bajaban otros, se movían los millones que los mortales no podíamos contar, se cerraban tratos y hasta se arruinaban intencionalmente otros con una copa en la mano y una modelo sentada en las rodillas.
En aquel lugar, se desidia lo que salía en los noticieros, en los periódicos, lo que se debía saber y lo que no, incluso se jugaba con la vida ajena.
Se hacían acuerdos, tratos, contratos... y demás.
Prestamos que los bancos no podían solventar, sin una sola firma...
Dos meses después estaba en Dubai diseñando la fachada de un nuevo hotel parta los árabes que se habían sentado a mi lado, ganaba mucho dinero, ese es y sigue siendo el mayor aliciente.
Esto lo explica todo.
Aquel lugar es el centro de reuniones de una sociedad secreta que se conoce en los mitos urbanos como la sociedad e las tarjetas, de la que soy miembro desde hace un año largo, en aquella sociedad todos nos hacemos favores a todos.
No podemos negarnos, pues cuando un favor es pedido es porque ya se ha considerado que la persona esta en la capacidad de hacerlo.
Influencias, dinero, poder, puestos, contratos, importaciones, todo se maneja a base de un sentimiento de lealtad condicionada por el secreto, pues no puedes revelar las relaciones que nos unen, ni la de los demás porque todo el imperio que nos hace ricos caería al piso y eso no le gustaría a la mayoría.
Además favor se debe pagar con otro cuando lo necesites, así se mueve todo.
Mas que lealtad es tu vida, bastante clara fue Diana, la encargada de la sociedad en Colombia, la misma que me había llamado a mi celular un año atrás y con quien tengo una relación mas que profesional.
No lo siento, mas bien no pude evitarlo, era casi necesario.
Desde entonces he trabajado en varios proyectos, Dublín, Tokio, Brúcelas y París, lo que ha logrado absorverme casi por completo, en algunos solo he cobrado los viáticos y en otros he cobrado mucho menos, sin embargo lo realmente impresionante es como mis amigos pueden mover los hilos para que las mejores empresas terminen dejándome sobre el escritorio sus proyectos rogándome para que el mejor arquitecto del país los tome.
Ahora no trabajo solo, lidero un consorcio de arquitectos donde he empleado a otros arquitectos brillantes, algunos contratados como un favor.
El prestigio de mi oficina y de mí como arquitecto ha subido como la espuma, he ganado muchos contratos importantes y por supuesto mucho dinero, con la única condición de que debo ir de vez en cuando a hacer favores sin importar el lugar, a supervisar obras de otros miembros de la sociedad, a constatar si los diseños son los adecuados y si los costos que las constructoras dan son los correctos, favores a los que no puedo negarme.
Pero lo hago con gusto sabiendo que después podré disponer de sus influencias para mi beneficio.
No sé si es necesario que sepas esto, lo mas probable es que sea un error.
Si todo sigue igual, seguiré llevando esta vida a tus espaldas amparado y alentado por tu paciencia y tu costumbre de nunca preguntarme nada.
Pero en caso de que me suceda algo, tendrás una explicación que te haga comprenderlo todo y aunque ya nos vemos muy poco he dispuesto todo para que no quedes desprotegida si algo llega a pasar.
Pero si estas leyendo esto... seguramente estaré muerto, y debes obedecerme estrictamente, no quiero que llores por mí, ni que cambies en nada tu vida, nada de lutos ni visitas a mi tumba, si es que llego a tenerla.
Seria peligroso.
Desconéctate por completo de mi familia, destruye cualquier foto que tengas conmigo, cancela correos electrónicos y números de celulares hasta el momento, cancela de igual modo tu cuenta bancaria, messenger y cualquier otra forma de contactarte.
Encontraras mas instrucciones en el sobre donde encontraste este documento, síguelas al pie de la letra.
Sin embargo, no me queda mas que decirte que te amo y si decidí dejar esto por escrito es para que nunca llegues a pensar que te falto amor o comprensión o que cometiste algún error que me llevo a este desenlace.
Lo hago para que sepas que todo fue mi elección.
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