UN COMPROMISO
Agosto 14 de 1987.
Lo que estoy a punto de revelar es algo que he guardado por mucho tiempo, y lo peor de todo es que es que aunque mío, lo comparto con muchas.
Es muy fácil deslumbrarte cundo aun eres una niña, una niña que ha crecido con carencias de todo, afecto, económicas, estudio, sin embargo era feliz y nunca dentro de nuestra pobreza me falto nada, nada mas que lo necesario.
Y más fácil es deslumbrarse cuando te quedas sola, sin tus padres, sin nadie para darte un consejo maduro y correcto cuando estas a punto de tomar una decisión tan importante como lo es el matrimonio.
Mas cuando la bondad de tu tía esta a punto de acabarse, porque después de todo, nadie esta en la responsabilidad de recoger a un par de huérfanos de por vida, y no perdía oportunidad para recordármelo cada vez que podía.
Y así fue como apareció el con todo ese brillo que casi me deja ciega, un hombre mayor, profesional, con una carrera brillante, adinerado, todo un príncipe, y así lo veia yo.
Es lo mejor que puede pasarte...
No lo pienses tanto.
Es rico
Aquellas frases de mis familiares llenaban mi cabeza cada vez que los veia, cada vez que los escuchaba, la excusa era:
Es por tu bien.
Me reiteraban constantemente que no dejara pasar la oportunidad con un hombre que se había fijado de mí ignorando las clases sociales, y poco a poco esa idea se fue sembrando en mi cabeza como una planta y llego a parecerme lo correcto.
Julio 7 de 1988
Hasta que finalmente acepte, el único que nunca estuvo de acuerdo fue mi hermano, el siempre vio lo que los demás no veían, sin embargo respeto mi decisión, Francisco se quedó callado tragándose sus pensamientos y fue a la boda con el rostro más triste y molesto que jamas le había visto.
Aquella expresión solo me recordaba su rostro el día del funeral de papa y mama cuando aun fuéramos unos niños, voltee el rostro, respire hondo y dije:
Acepto.
Y con una palabra sencilla y fluida se cerraba el compromiso.
La fiesta fue fabulosa, casi trescientos invitados, la decoración, meseros, los regalos, la casa, el fabuloso vestido que lucia, todo me parecía un sueño, me creí la cenicienta al tener del brazo a un príncipe que me llevaba a un palacio.
Y así fue durante un tiempo.
Un tiempo realmente corto, demasiado corto.
Diciembre 16 de 1990
Por fin las diferencias que parecían no importarle, si le importaron, lo cual solo seria algo inevitable.
Primero fueron unas cuantas malas caras porque no sabia preparar las comidas raras a las que estaba acostumbrado, eso era fácil de solucionar, así que busque en internet unas cuantas recetas y las prepare con la ilusión de que le gustara, de nuevo algo les hacia falta y para ser sincera nunca estuvieron bien según él.
Después paso a los empujones por que sus camisas no estaban planchadas como a el le gustaban... perfectas.
Ignacio solo es una persona exigente, no es nada más.
Me decía a mi misma para convercerme de que lo que estaba pasando no era nada malo, que era algo normal, que le pasaba a todas las parejas y así invente miles de excusas como esta que rezaba cada noche como un credo.
Marzo 2 de 1992
¿A que hora es la fiesta donde los López?
A las 7 de la noche.
Apenas tengo tiempo de arreglarme.
No lo necesitas Inés.
¿Crees que estoy bien así?
No, lo decía porque no iras conmigo... ni pasando veinte horas en un salón de belleza lograrías encajar en esa fiesta.
Me quede congelada, con los pies pegados al piso no sé por cuanto tiempo, después de un rato me despertó el portazo que dio cuando se fue.
Un empujón ocasional, un insulto, una cachetada, una sacudida... se fueron haciendo comunes, cada vez más comunes.
Octubre 23 de 1994.
Y lo pero fue cuando los niños estaban en edad de comprender algunas cosas a sus seis y cinco años, para ellos había siempre una mentira diferente, algo que los confundiera para que no se dieran cuenta de la realidad.
¿Estas muy ocupado?
Por supuesto que si, con cosas que tu no entenderías.
Me mordí los labios y salí del estudio en silencio, tratando de que la puerta no hiciera ruido.
Le tenia miedo.
Enero 14 de 1995
Me gustaría trabajar en algo, aportar a la casa.
¿Y como lo vas a hacer? ¿Qué vas a reseñar en tu hoja de vida? Lo único que vale la pena ahí es que digas que eres mi esposa.
Así que desistí, de nuevo.
Mayo 8 de 1996.
Aunque me esforzaba mucho no era feliz, y yo lo aceptaba así, aceptaba cada humillación, cada grito, cada golpe, cada tirón de cabello, cada grosería... todo... hasta... cada violación cuando llegaba borracho.
Aunque suene raro...así era, una violación.
Diciembre 6 de 1997
Con solo escribirlo se me hace un nudo en la garganta, es como si me estuviera golpeando de nuevo, como si escuchara de nuevo sus gritos, esos golpes en la puerta la noche que me encerré con el baño huyendo de sus golpes... de nuevo.
Pum, pum, pum, cuando desperté me mire al espejo y contemple la mitad de mi rostro, sangrante y golpeado.
¿Inés... y esas escaleras no se llamaran Ignacio?
No, como se te ocurre, él... es el hombre perfecto.
No sé si Francisco me creyó entonces, porque al recordarlo ni yo misma me creería esa mentira.
Septiembre 25 de 1998
Eso se convirtió en la rutina de cada semana, un golpe nuevo, un moretón que se ponía amarillo cuando uno morado lo reemplazaba en otra parte de mi cuerpo, parecerá una locura, hasta me sentía afortunada cuando sus golpes eran en algún lugar que podía cubrir con la ropa.
Me acostumbre, si, me acostumbre.
Julio 10 de 1999.
Para eso te compre...
Le escuche gritarme mientras acomodaba las tiras de mi pijama destrozada y al siguiente día... un ramo de rosas para consolarme aunque el verdadero mensaje era que me quedara callada, como siempre.
Con alguna cosa buscaba consolarme las veces que me escupió la cara, las veces que me quemo con su cigarrillo, las veces que me pego, las veces que me dejo inconsciente, la vez que tuve que correr con mis dos niños y encerrarme en la habitación.
Nunca me sentí mas aterrada, mis niños temblaban en mis brazos y yo también, las lagrimas me corrían por el rostro y caían sobre la cabeza de Gabriel y Susana, hasta que todo se quedo en silencio... oí sus pasos, abrió los cajones del mueble del garaje... y oí sus pasos de nuevo.
Eran los pasos de un monstruo, pesados y arrogantes, apreté a mis dos niños contra mi pecho cuando vi que la cerradura se abría y en sus manos, un cinturón, lo hizo sonar sobre la cama varias veces cuando se fue contra mí.
Le di la espalda y aguante sus correazos protegiendo a mis dos niños que lloraban desesperados.
¡Ya no mas... te lo ruego!
Y eso solo parecía gustarle mas... así que más duro me pegaba.
Ignacio...se reía.
Abril 28 de 2000.
¡Si te viera menos creo que no me molestarías tanto, mírate, vieja, fea, ignorante, hasta mi secretaria esta mejor que tu!
Si, era verdad, cada golpe tenia un nombre, una comparación, una justificación, un falso sentimiento de superioridad que lo impulsaba a tratarme como un animal, algo... siempre me gritaba algo, y de tanto escucharlo, lo fui creyendo.
Termine por creer todo lo que Ignacio me decía.
Tal vez siempre fue así.
Tal vez ese era mi destino.
Y termine de leer...
Tuve que respirar muy hondo para que la idea resultara posible en mi cabeza, pero haciendo memoria no me resultaba tan imposible, entonces comprendí muchas cosas, muchas en verdad, especialmente el fuerte interés de mi madre en mandarnos a aquel costoso internado.
Papá siempre nos visitaba muy sonriente, nos llevaba regalos y nos dejaba dinero, siempre tenia una excusa para que mamá no fuera a vernos, aun recuerdo su cara de felicidad cuando llegábamos en navidad, nos abrazaba y nos decía que nos amaba con todo su corazón.
¿Porque no vas a vernos?
Porque haría cualquier cosa con tal de que tengan un buen futuro, para que estén bien.
Y volteaba el rostro con cuidado hasta donde mi padre, aquella mirada era... miedo.
Miedo.
Como un latigazo un escalofrío me recorrió la espalda.
Mi madre había muerto en Abril 30 de 2000.